El bono verde del BBVA es del tono más claro posible
El banco ha emitido 1.000 millones de deuda híbrida convertible contingente con una peculiar etiqueta ecológica
El BBVA está experimentando con diferentes tonos de verde. El banco español emitía el martes 1.000 millones de euros de deuda híbrida convertible contingente con una etiqueta ecológica, el primer activo financiero de este tipo. Sin embargo, el instrumento presenta riesgos de enturbiar el vínculo con los proyectos verdes.
Los bonos verdes se denominan así porque permiten a las empresas o los gobiernos recaudar fondos con fines medioambientales concretos, o con desembolsos ligados a objetivos. Pero mientras que la mayoría de los bonos verdes son en general deudas prioritarias, el del BBVA es una especie de capital de bajo rango, un instrumento financiero perpetuo de capital adicional nivel 1 que se convierte en patrimonio neto en tiempos de estrés.
Crear capital bancario verde parece contradictorio. Mientras que los bonos verdes se usan en general para financiar proyectos medioambientales específicos, el capital bancario es fungible; su objetivo es proporcionar al balance general de un prestamista un colchón que absorba las pérdidas. Y, a diferencia de activos como los préstamos para proyectos, es perpetuo. Eso significa que los activos verdes podrían reembolsarse antes de que el instrumento sea redimido. El BBVA piensa que tiene una forma de cuadrar el círculo. Por cada euro de capital emitido, promete invertir la misma cantidad en proyectos como gestión de recursos hídricos o energía renovable, garantizando que el bono financiará solo activos respetuosos con el medio ambiente. Y mantendrá un colchón de préstamos de ese tipo mientras el bono esté en circulación –posiblemente a perpetuidad– para garantizar que siga siendo verde, aunque algunos activos sean redimidos.
Así y todo, la estructura tiene sus límites. El BBVA no adquiere un compromiso vinculante de reponer sus activos ecológicos. Si no lo hace, los bonos podrían perder su categoría de verde, lo que puede obligar a algunos inversores a vender. Eso a su vez podría presionar al banco emisor para que redima la deuda, por lo que esta perdería su utilidad como capital para absorber pérdidas. Los puristas de lo verde podrían alegar también que, dado que el capital bancario está apalancado, el conjunto de préstamos para proyectos ecológicos asociado a los bonos híbridos debería ser mayor que el valor facial de estos, para garantizar que todos los activos respaldados son verdaderamente verdes.
El bono del BBVA ha sido un éxito. Probablemente le ayude el hecho de que el banco se haya comprometido a recaudar 100.000 millones de euros de financiación sostenible de aquí a 2025, lo que hace que resulte más difícil cuestionar sus credenciales medioambientales. Pero es probable que la demanda de deuda verde siga aumentando, sobre todo si el Banco Central Europeo empieza a adquirirla, como ha insinuado la presidenta Christine Lagarde. Eso dará a los banqueros más razón para seguir traspasando los límites.
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