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Los clubes náuticos se blindan por miedo a rebrotes

El miedo al contacto entre extraños marca las reaperturas mientras los directores buscan aplicar exigentes protocolos

Cena de socios del Real Club Náutico de Palma en 2019.
Cena de socios del Real Club Náutico de Palma en 2019.

Son 34 páginas, y representan el futuro inmediato del sector. El Protocolo de prevención y seguridad para recuperar la actividad en el sector náutico es el documento que estos días no se deja de revisar en todos clubes náuticos de España, donde, desde la entrada en vigor hace semanas de las distintas fases de desescalada del Gobierno, es posible retomar la actividad bajo ciertas limitaciones. Elaborado por la Asociación de Navegantes de Recreo (Anavre), la Asociación Española de Grandes Yates (Aegy), la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (Anen) y la Confederación Española de Asociaciones de Clubes Náuticos (Ceacna), el manual recoge medidas muy específicas.

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Entre otras muchas, destacan la necesidad de desinfectar al menos dos veces al día estas instalaciones de recreo con desinfectantes comunes como la dilución recién preparada de lejía (hipoclorito sódico al 0,1%), concentraciones de etanol a más del 60% o peróxido hidrógeno al 0,5%, prestar especial atención a superficies como pomos puertas, muebles, lavabos, suelos y teléfonos, la desinfección diaria de mostradores y máquinas dispensadoras, y la necesidad de lavar la ropa de los empleados diariamente en ciclos de lavado de entre 60 y 90 grados. Todo, para evitar el gran miedo del sector: rebrotes de contagios que, juzgan, serían letales para los clubes náuticos, unos lugares de ocio particularmente expuestos al coronavirus al fomentar de manera especial el contacto entre extraños de diversas procedencias.

Carlos Torrado, gerente de la Ceacna y del Real Club Náutico de Torrevieja, lleva meses obsesionado con la cuestión. Fruto de esta preocupación, el pasado 23 de mayo mantuvo un encuentro virtual con otros 112 gerentes y presidentes de clubes náuticos para orientarlos acerca de cómo traducir las 34 páginas del protocolo en una nueva manera de hacer las cosas: “Yo, que presido un club grande y cuento con mucho equipo legal, sé que lo tendré todo listo en una semana. Pero hay mucha preocupación entre los presidentes porque hay que hacer cursos y obtener certificados, y muchos andan agobiados”, explica Torrado. Para él, se trata de una cuestión esencial, pues la seguridad, vaticina, marcará el devenir de los clubes al mismo nivel que la oferta y los precios.

Los profesionales de los clubes náuticos prevén además un verano complicado. Con menos ir y venir de embarcaciones con bandera internacional por las restricciones de movimiento de los turistas, el movimiento se producirá dentro de los propios clubes. “Después de la crisis, muchos socios no tendrán dinero para viajar. Pero los niños, tras tantas semanas de confinamiento, querrán salir de casa. La alternativa será ir con la familia al club náutico. Por ahí, los clubes tememos un desborde”, resume Torrado.

Un sector golpeado

Aunque todavía se están cuantificando daños, el golpe propinado por el coronavirus al sector ha sido fuerte. Destaca el dato de nuevas matriculaciones de embarcaciones, que en marzo bajaron un 43% con respecto al mismo mes de 2019, y en abril se desplomaron un 77% también en comparación con este mes del año pasado, según la Anen. Esto se ha traducido en una pérdida de facturación media para los clubes náuticos de un 50% durante estos dos meses, según informes de la Ceacna. Las malas noticias se producen en un subsector marítimo, el de servicios empresariales y actividades recreativas –que engloba los clubes náuticos–, que está compuesto por 435 empresas que crean 2.500 empleos y generan unos 232 millones de euros al año, según los estudios quinquenales de la Anen.

En los clubes náuticos manejan esta crisis como pueden. “La irrupción de la pandemia nos llevó a una situación inédita para todos nosotros. El puerto se paró por primera vez”, relata Corinna Graf, consejera delegada de Puerto Portals. Los clubes tuvieron que reaccionar rápido. “Nunca estuvimos cerrados del todo. Aquí siempre tuvimos a dos marineros, un contramaestre y un empleado de mantenimiento, más todo el personal administrativo, que trabajó a media jornada. Esto dio tranquilidad a nuestros socios”, explica Jaime Carbonell, gerente del Real Club Náutico de Palma. Ahora, aunque reconocen que su millar de socios ha retomado con muchas ganas la navegación, juzgan imprudente anteponer el retorno del negocio a una correcta implantación de las medidas sanitarias. La prudencia del club significa, entre otras cosas, que la celebración la Copa del Rey de Vela, evento que organizan y que reporta, según estudios de la Universitat de les Illes Balears, a las islas Baleares cerca de 20 millones de euros al año, se ha cancelado al menos hasta 2021.

“Lo que más afectó al principio fue el hecho de que los socios tuvieran que venir con cita previa. A nuestro cliente le gusta pasarse a disfrutar de su tiempo de ocio sin tener que planearlo mucho”, explica Enrique Martínez, presidente del Real Club Náutico de Tenerife, que emplea a unas 100 personas y cuida de más de 250 embarcaciones. Hasta pasado el verano, vaticina, no volverán a una cierta normalidad. Juan Castañeda, gerente del Real Club Náutico del Puerto de Santa María, lo ve todavía más oscuro: “El verano se nos ha echado ya encima y estamos remontando la situación con mucha incertidumbre. Hasta 2021 no volveremos a estar como estábamos”.

Aunque existe en España la idea de que los clubes náuticos son algo reservado únicamente a una élite selecta, lo cierto es que la horquilla de inversión que hay que realizar para pertenecer a un club náutico es amplia. Los hay que, para competir con otras actividades náuticas de moda como el alquiler de motos de agua, admiten nuevos socios por apenas 1.500 euros la inscripción. Existe también, por otra parte, una aristocracia náutica que tan solo admite socios una vez por década y cuya la cuota de inscripción se puede ir por encima de los 100.000 euros, explican desde Ceacna.

A esto hay que sumar el pago mensual de la cuota de socio para mantener las instalaciones, que no suele superar los 100 euros al mes, y, sobre todo, la embarcación, cuyo valor de compra para las nuevas construcciones supera con facilidad los 50.000 euros. Todo, para disfrutar del ocio en unos clubes que están volviendo con pies de plomo.

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