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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cuarentenas y turismo: la nueva cuadratura del círculo para España

Las repercusiones reales del control a los visitantes extranjeros dependerá solo de su horizonte temporal

Playa de la Barceloneta a primera hora del jueves, un día después de la apertura de las playas de Barcelona.
Playa de la Barceloneta a primera hora del jueves, un día después de la apertura de las playas de Barcelona.Andreu Dalmau (EFE)

L a decisión adoptada por el Gobierno de imponer una cuarentena de 14 días a todas aquellas personas que acudan a territorio español (sean nacionales o no) y que entró en vigor el pasado 15 de mayo ha enardecido, aún más, los ya de por sí acalorados ánimos de un sector turístico que observa, impotente, cómo la próxima temporada de verano se le escurre entre las manos. Si bien las protestas se han centrado más en las formas que en el contenido, las repercusiones reales de esta medida adicional sobre el turismo en España resultan más bien ambiguas, ya que van a depender, exclusivamente, del horizonte temporal en el que sea de aplicación dicha norma.

A corto plazo, la cuarentena para quienes visiten España ya no puede afectar más a una industria que supone el 15% de nuestro PIB y que genera alrededor de 3 millones de empleos. El que ya es el principal motor económico de nuestro país se detuvo en seco como consecuencia de la pandemia y en estos momentos se encuentra prácticamente suspendido, limitando sus nimias revoluciones a los viajes que realizan transportistas, tripulaciones o personal sanitario y diplomático.

Es de prever, además, que esta disposición no se alargue excesivamente en el tiempo, ya que, en teoría, debería decaer en cuanto finalice la actual tesitura de estado de alarma. Si bien es cierto que esta situación de excepcionalidad se ha vuelto a prorrogar hasta el próximo 7 de junio, el propio Ejecutivo manifestó recientemente su intención de no extenderla más allá del mes de julio (y, por supuesto, siempre y cuando lograra en el Parlamento los acuerdos necesarios para ello).

Sin embargo, si bien el impacto real de dicha cuarentena es poco menos que nulo en la actualidad, el gran riesgo existente es el efecto desincentivador que puede provocar en aquellas personas que tuvieran pensado veranear en España y que, para curarse en salud, se inclinen por otros destinos mediterráneos en los que el coronavirus ha tenido una incidencia menor (casos de Grecia, Chipre o Malta).

El gran reto, por lo tanto, consiste en articular una impecable estrategia de comunicación que evite un descenso en la llegada de turistas mayor del estrictamente necesario y que castigue, todavía más, a un sector que, en estos momentos, ya se encuentra besando la lona.

Además de las posibles consecuencias económicas derivadas de este confinamiento obligatorio para viajeros, el alcance político también ha trascendido nuestras fronteras. Francia, por ejemplo, ha optado por aplicar un mandato idéntico para todos aquellos españoles que visiten tierras galas, únicamente como medida de reciprocidad. Por este motivo, las instituciones europeas han insistido en que la imposición de cuarentenas se resuelva aplicando tan solo criterios epidemiológicos, ante la preocupación de que la suspensión del espacio Schengen se convierta en una suerte de maremágnum en el que se sirvan restricciones a la carta.

Cierto es que otros países europeos como Alemania o Reino Unido han ejecutado preceptos similares, pero ninguno de ellos es tan dependiente del turismo como España. Además, el impacto podría ser mucho mayor en determinadas Comunidades Autónomas que ya van a sufrir secuelas muy severas derivadas de esta crisis sanitaria. Este es el caso de Baleares o Canarias, cuyas estimaciones prevén un descenso del negocio turístico del 40% y del 26%, respectivamente. Además, otras autonomías como Cataluña, la Comunidad Valenciana o Andalucía correrían una suerte similar, con descensos de la actividad turística superiores al 30%.

Más que nunca, el Gobierno ha depositado su confianza en las posibilidades del turismo nacional para reactivar tan mermadas previsiones, aunque algunos gobiernos autonómicos también se han apresurado a replicar que dicho segmento no va a ser suficiente para aliviar la presente coyuntura.

A este respecto, las empresas turísticas continúan esperando un paquete de estímulos económicos específicos para el sector, en la línea de los anunciados en Grecia o en Francia por valor de 25.000 y 18.000 millones de euros, respectivamente. Sin duda, este tipo de ayudas serían más que bien recibidas, aunque se están barajando otras posibilidades para lograr conciliar dos términos tan antagónicos como cuarentena y turismo.

Una de las opciones para conseguir cuadrar el círculo sería la de establecer cuarentenas selectivas que permitieran crear corredores entre zonas en las que el riesgo de contagio sea inferior. En esta propuesta se está haciendo especial énfasis desde Baleares, en un intento de estimular el tráfico de viajeros procedentes de determinadas regiones de Alemania hasta el archipiélago.

En cualquier caso, resulta evidente que el Ejecutivo de Pedro Sánchez deberá realizar un sobresfuerzo para dejar meridianamente claro el mensaje de que la cuarentena a turistas carecerá de vigencia una vez finalizado el estado de alarma y de que dicho estado de alarma no se va a prolongar indefinidamente en el tiempo. Solo así se podrá eludir la falsa sensación de que esta medida no es más que un hurgamiento en una herida fresca y sin cicatrizar, en aras de prevenir efectos económicos secundarios todavía más perversos.

Ahora que este brote de la pandemia comienza a remitir en España, resulta esencial tratar de minimizar el riesgo de contagios importados que, de nuevo, nos condujeran a un escenario como el padecido hace un par de meses. Por ello, dado que la cuarentena a visitantes está diseñada para ser aplicada durante un período en el cual el turismo ya es inexistente, a pesar de que la tormenta desatada ha acarreado mucho ruido, esta debería conllevar pocas nueces.

José Manuel Muñoz Puigcerver es profesor de Economía Internacional en la Universidad Nebrija

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