Salvar el verano requerirá pensamiento creativo
Países como Grecia y Croacia podrían recibir turistas de zonas de bajo riesgo: es más práctico que hacer test
La carrera para salvar las vacaciones de verano está en marcha. Las cuarentenas y las restricciones de viaje para contener la pandemia limitarán a los veraneantes y perjudicarán a la industria turística, de 1,5 billones de euros. Sin embargo, con un poco de pensamiento creativo, la temporada podría salvarse en parte.
El levantamiento gradual de los cierres en toda Europa y Asia ofrece cierta esperanza de poner fin a lo que el martes los hoteles Hyatt llamaron una caída “histórica” en la demanda de viajes. La aerolínea de bajo coste Ryanair quiere reanudar el 40% de los vuelos en julio. El operador turístico Club Med, propiedad del grupo chino Fosun, reabrió complejos turísticos en China en abril. Y Marriott ha dicho que espera casi el 50% de ocupación en sus retiros en playas de EE UU.
La suerte de la industria, sin embargo, dependerá de que los Gobiernos levanten los controles de viaje y las cuarentenas de 14 días para las llegadas del extranjero. Consciente de que el turismo aporta el 10% del PIB anual de la UE, la Comisión Europea propuso el miércoles una relajación gradual de los controles fronterizos y las directrices de seguridad para los viajeros.
Los viajes de larga distancia probablemente ni siquiera podrán plantearse: Europa y Estados Unidos tendrán que arreglárselas sin los turistas asiáticos. Pero vacacionar más cerca de casa debería de ser posible.
Una opción, como sugirió la Comisión, es reanudar los viajes entre las regiones de la Unión Europea que han contenido el virus. Grecia y Croacia, que dependen del turismo para más de una quinta parte de su PIB y han notificado pocos casos de Covid-19, deberían poder acoger a los turistas de las zonas identificadas como de bajo riesgo. Eso sería más barato y más práctico que exigir a los viajeros que se sometan a pruebas de detección del virus.
Sin embargo, países como Italia y España, que han sufrido altas tasas de mortalidad por el virus, dudarán en abrir sus fronteras. E incluso si lo hacen, menos visitantes se arriesgarán a viajar allí.
Una opción es alentar a los locales a llenar el vacío. Italia está considerando subvenciones que incluyen un bono de 500 euros para animar a las familias de bajos ingresos a maravillarse con los canales venecianos o los monumentos romanos. Suponiendo que la mitad de los casi 17 millones de familias italianas acepten la oferta, el plan le costaría a la endeudada nación 4.000 millones de euros, según nuestros cálculos. Ni siquiera eso compensaría ni de cerca la ausencia de 63 millones de llegadas anuales de extranjeros.
Aunque las fronteras se reabran, la inseguridad laboral y el miedo al contagio podrían mantener a los viajeros en casa. Sin embargo, el atractivo de unas playas menos concurridas puede salvar en parte las vacaciones de verano.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías