Arrimadas alumbra una mayoría para la nueva normalidad
El apoyo de Cs a la ruta del Gobierno abre la esperanza de que Sánchez se libere del independentismo y equilibre a Podemos
El acoso sin cuartel del PP al Gobierno de Pedro Sánchez ha dado a Ciudadanos una oportunidad de reubicarse que parecía imposible. Inés Arrimadas ha sabido leer el partido y ha puesto de manifiesto que 10 diputados pueden hacer irrelevantes los 89 del PP y con su voto posibilitar la cuarta renovación del estado de alarma, imprescindible para mantener las restricciones de movimiento que frenen la expansión del coronavirus.
El PP arrancó la semana pensando en darle el golpe de gracia a Pedro Sánchez, aprovechando la inconsistencia de su socio republicano catalán. Sin embargo, Arrimadas, que conoce mucho mejor a ERC que Pablo Casado, le robó la iniciativa al acordar con el PSOE el apoyo a la prórroga del estado de alarma. Esta decisión convertía, en la práctica, al PP en mero convidado de piedra; su abstención o negación era igual de inútil que lo que hiciera ERC.
En la tarde del miércoles se hizo visible una mayoría parlamentaria de 178 diputados inédita en esta legislatura. Pedro Sánchez sacaba adelante su propuesta sin recurrir al habitual apoyo de los independentistas de ERC o la abstención de Bildu; le bastó con el apoyo de Ciudadanos y el recurrente de PNV, Más País, canarios, cántabros y turolenses.
Esta nueva mayoría era posible y deseable en noviembre, así la defendimos reiteradamente por librarse del yugo independentista, pero fue inviable por culpa de la sima abierta entre PSOE y Ciudadanos a raíz de la moción de censura de la primavera de 2018. Aquella operación descolocó a Albert Rivera, que era el líder de las encuestas y se veía en Moncloa, y aupó al Gobierno a Sánchez. La sentencia del caso Gürtel resucitó a Pedro, con la mediación de Pablo, y condenó a Mariano.
Después vinieron las sucesivas elecciones y la soberbia mató políticamente a Albert Rivera. No quiso dar la mayoría absoluta a Sánchez en primavera y los votantes le sacaron de la carrera en otoño. Ahora, quizás la humildad de Inés Arrimadas sirva para sacar a Ciudadanos del rumbo hacia la irrelevancia. La líder de Cs ha sido capaz de ganar al Clan de Valladolid (Francisco Igea y Luis Garicano) en las primarias de marzo y ahora de tomar su principal punto programático: marcar distancia con el PP y acercarse al PSOE.
La cuestión ahora es saber si esto ha sido un movimiento táctico o estratégico, si esta nueva mayoría alumbrada por Arrimadas va a ser flor de un día o la seña de identidad de la legislatura de la pandemia. Si nos ceñimos a las palabras de Arrimadas, ella avisó a Sánchez de que se olvide, que solo cuenta con los 155 diputados que suman PSOE y Podemos. En todo caso, esa afirmación es tan lógica como que ERC avise de que su traición es puntual. Pero lo que sí es estructural es que tenemos encima una pandemia que va a transformar todo, incluidos los compañeros de viaje.
En la sesión del miércoles, votaron juntos por la abstención PP y Bildu, además de Navarra Suma. Quién se lo iba a decir. Todos los días achacando a Sánchez que se apoya en Bildu y cuando exprimes la política antivirus de Casado resulta que produce el mismo zumo que sus “proetarras”. Por no hablar del gran defensor del colectivo LGTBI, Santiago Abascal, y los irreductibles de Vox, cuyo odio a la coalición “social-comunista” les permite alinearse sin complejos con el independentismo catalán, contando lo mismo que Junts per Catalunya, ERC y la CUP. El españolismo rancio con “los que quieren romper España”.
Que cuaje esta nueva mayoría depende más de Pedro Sánchez que de Inés Arrimadas. La diputada andaluza de nacimiento, castellana de sangre y catalana de adopción ha dado un paso adelante muy difícil que implica cortar el cordón umbilical con Albert Rivera. El mismo que en siete meses desperdició 2,5 millones de votos y 47 diputados y que enseguida ha hecho saber que no le gusta este cambio, al viejo estilo de Aznar, como si importara su opinión.
La realidad es que corresponde a Pedro Sánchez ganarse la confianza de Ciudadanos y para eso tiene que empezar por abandonar ese aire de John Wayne y bajarse de su ensimismamiento. Sus dotes de camaleón generan desconfianza, pero quizás en este momento puedan ser un valor.
El Covid-19 estará por un tiempo, al menos el que tarde en llegar la vacuna, y ha destrozado muchos apriorismos. El derroche presupuestario de Podemos y los regalos fiscales de Ciudadanos son igual de inviables en la nueva realidad, que muestra un déficit fiscal de al menos 150.000 millones en este año, que viene a sumarse a los 1,2 billones de deuda que ya arrastramos.
El pacto de investidura de Sánchez, aquel que sirvió para que ERC sacara una mesa de negociación bilateral del Gobierno central con la Generalitat de Cataluña, quedó dinamitado cuando estalló la pandemia. Ahora es tiempo de salvar los muebles en 2020 y elaborar unos presupuestos para 2021 y un plan de reconstrucción de España. Por tanto, igual hoy sí son compatibles los partidos de la coalición de Gobierno con Ciudadanos y PNV.
En este nuevo escenario, el intercambio de ERC por Ciudadanos genera una ilusión y reconciliación dentro del PSOE que quizás Pedro Sánchez, metido hasta el tuétano en la gestión de la pandemia, no valore lo suficiente.
Este domingo hace un año que falleció Alfredo Pérez Rubalcaba, si le quieren hacer un homenaje, mejor con Arrimadas que con Rufián. Y si quieren tirar la casa por la ventana, que Ignacio Aguado y Ángel Gabilondo aceleren las conversaciones. Es urgente poner orden en la Comunidad de Madrid. Aquí, a diferencia del Parlamento nacional, donde Casado puede gritar pero no sumar, sí que es posible una mayoría absoluta alternativa: esta serviría para apartar a la increíble Isabel Díaz-Ayuso, nuestra Little Trump.
Aurelio Medel es doctor en Ciencias de la Información y profesor de la Universidad Complutense