La falta de acuerdo entre Bruselas y Londres amenaza con un Brexit duro
Expertos piden una prórroga para tener tiempo de adaptarse al marco poscoronavirus
El mes de febrero comenzó con el Reino Unido formalmente fuera de la UE. Sin embargo, los británicos todavía siguen ligados económicamente a Europa en lo que es una suerte de terreno transitorio que verá su fin el 31 de diciembre de este año, cuando, siempre que no haya prórroga, se consume finalmente el divorcio. Hasta entonces, Londres y Bruselas tienen que negociar cómo será la relación comercial y económica entre ambos socios una vez eche a andar el año 2021. Las conversaciones partían de por sí con unos plazos de tiempo muy ajustados, y ahora, en plena crisis del coronavirus y tras varios retrasos, el cronómetro aprieta con fuerza. La pasada semana tuvo lugar la segunda ronda de negociaciones y varias fuentes diplomáticas reconocen que el resultado ha sido “decepcionante”.
El negociador europeo para el Brexit, Michel Barnier, criticó el viernes a Londres por “ralentizar” la negociación a la vez que rechaza de plano prorrogar el periodo de transición. Y es que, si ambas partes lo acordasen antes de julio, la culminación del Brexit podría retrasarse uno o dos años. Las mismas fuentes diplomáticas reconocen que antes de esta segunda ronda había, por la parte comunitaria, cierta esperanza en poder pactar una prórroga. Pero ahora, sin embargo, “no parece que la UE la vaya a pedir formalmente, porque un rechazo te debilita políticamente de cara al exterior”, explican.
Bruselas, dijo Barnier el viernes, estudiará finalmente “si se deben extender las negociaciones” cuando llegue el mes de junio. No antes. Con todo, explican portavoces del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, que está participando activamente en el proceso, “la UE, España incluida, considera que el tiempo es muy escaso para que la negociación pueda concluir y entrar en vigor en enero de 2021”.
La falta de avances, y que de prolongarse amenazan con un Brexit duro, viene motivada por varios frentes que ambas partes consideran cruciales y en los que por ahora no hay un ápice de acuerdo. Uno es el conocido como level-playing field, o terreno de juego igualado, que evitaría que Reino Unido se convirtiese en un lugar más atractivo para el sector empresarial en detrimento de Europa, con una competencia desleal. También está la pata de defensa y seguridad, la de la gobernanza del acuerdo (Bruselas quiere un marco y Londres opta por varios packs) y, por último, la pesca.
El Gobierno británico recalcó el viernes que los progresos para cerrar brechas entre Reino Unido y la UE han sido “limitados”. “No habrá avances en el terreno de juego igualado o en la gobernanza hasta que Bruselas deje de insistir en imponernos condiciones que no se encuentran en otros acuerdos de la UE”, recalcó Londres en un comunicado. El 11 de mayo, los cerca de 200 técnicos que llevan a cabo las negociaciones vuelven a verse las caras de forma telemática. La semana pasada, los dos centenares de expertos tuvieron más de 40 encuentros.
Los plazos para la negociación, explica Iván Sáez, socio de movilidad internacional de EY, ya eran insuficientes antes del coronavirus. La prórroga, sin embargo, no sería necesaria únicamente por el tiempo, sostiene el experto, sino porque “no tiene sentido negociar algo tan importante en base a unos estándares que han cambiado, porque las reglas de juego en cuanto a comercio, movilidad o fiscalidad, por citar tres ejemplos, no van a ser las mismas”.
A esto se le suma, añade Antonio Hernández, socio responsable de internacionalización y Brexit de KPMG en España, que ahora la prioridad de ambas partes “va a estar muy probablemente enfocada en hacer frente y atender las consecuencias del coronavirus, y las cuestiones relativas a la negociación de la futura relación pueden verse abocadas a un segundo plano”. En opinión de Sáez, de EY, de la misma forma que se están estableciendo moratorias en diversos puntos de los mercados domésticos, incluyendo a Reino Unido, debería hacerse lo mismo con esta negociación. El sector empresarial comunitario con intereses en Reino Unido, confirma, pese a que ahora está volcado en la gestión de la pandemia, está preocupado por lo que pueda suceder. “Es poco probable que las empresas tengan la capacidad de prepararse para un cambio brusco en las condiciones comerciales”, señala James Smith, economista de ING, entidad que también aboga por la prórroga.
Debido a la falta de coincidencias, recuerda Hernández, “no podemos descartar la posibilidad de un no acuerdo el 31 de diciembre de 2020, con todo lo que ello implicaría en materia arancelaria, financiera, fiscal, legal y regulatoria. Pero incluso aunque se alcance un acuerdo, se desconocen los términos del mismo, lo que supone un reto importante para las compañías en el ajuste de sus cadenas de suministro, relocalización de operaciones y análisis de costes”. Por ello, aunque los expertos confían en que todavía pueda llegarse a un punto en común, no descartan que empiece a ser necesario prepararse para un escenario adverso.
Los principales puntos de conflicto
Frontera con Irlanda del Norte. La provincia británica, que votó en contra del Brexit tanto en el referéndum como en las elecciones, puede ser un punto comercial primordial entre la UE y Reino Unido, con acceso a ambas regiones. El viernes, el negociador para la UE, Michel Barnier, se mostró preocupado por los “pocos avances” británicos de cara a esta pata de la negociación.
Marco igualado. El level-playing fiel es vital para la Unión Europea, que quiere impedir a toda costa un acuerdo que permita a Londres bajar sus estándares fiscales o medioambientales, lo que supondría un perjuicio para la atracción comunitaria. “No habrá acuerdo si el marcado único sale dañado”, dijo Barnier.
Pesca. Es otra de las líneas rojas de Europa, y en concreto de Francia, el país que se vería más afectado. La Unión pretende que los barcos comunitarios puedan seguir faenando en aguas británicas, algo que también reclama la Confederación Española de Pesca, Cepesca. “La UE no dará su acuerdo sobre una futura relación económica que no incluya una solución equilibrada, duradera y a largo plazo para la pesca”, zanjó Barnier el viernes.
Gobernanza. La Unión reclama, además de todo, un acuerdo macro, que recoja todas las demandas en su conjunto. Reino Unido no ve con malos ojos pequeños pactos en cada uno de los puntos.
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