Con la economía hibernada, el dinero, confinado pero preservando el valor
Los refugios tradicionales proporcionan mejor temperatura para estar a cubierto: deuda soberana de alta calidad, oro, fondos monetarios o divisas fuertes
Como no es fácil conocer qué duración tendrá este apocalipsis temporal en forma de epidemia sanitaria y económica, no lo es tampoco saber cómo resistirán las empresas y qué rumbo y velocidad cogerán después los negocios. Sí se puede aventurar que las sociedades saldrán más débiles de lo que estaban, porque habrán tenido que sostener los flujos de pago a proveedores, plantilla, fisco y banca mientras sus ventas y sus beneficios se derrumban. Los cálculos que algunos analistas se han atrevido a publicar hablan de caídas de las ventas del 50% este año, y seguramente de registros generalizados de pérdidas si tenenmos en cuenta que casi la mitad del año la pasarán en blanco. Las cotizaciones de las empresas en los mercados están marcando unos precios de auténtica recesión, pero bien podrían reducirse más si las presentaciones de resultados y sus estimaciones de recuperación ahondan en el pesimismo.
Los grandes gestores de fondos han enviado mensajes estos días en los que estiman que los precios de las acciones son de verdadero derribo, y que están a niveles muy inferiores de los auténticos valores intrínsecos de las empresas. Algunos, de hecho, han pasado ya a la acción y han tomado posiciones de privilegio en las empresas estratégicas que han sido más castigadas. Es el caso de IAG, de Repsol o de Telefónica en España, pero lo mismo pasa con compañias de economías consolidadas que tienen tradición de buena gestión y de buenos resultados.
Para los inversores particulares estas decisiones son buenas pistas para hacer sus apuestas. Pero conocer el momento en el que los precios han tocado suelo y la recuperación puede darse por segura no es nada fácil, y aún ahora puede ser un ejercicio de peligroso apresuramiento. Por tanto, mientras la economía y las empresas estén poco más que hibernadas, el dinero tiene que estar confinado, pero preservando el valor del capital. Sin correr más riesgo del necesario, y preparado para tomar cautelosas posiciones a medida que la niebla que impide ahora ver el horizonte empiece a levantarse de verdad. Los refugios tradicionales son también ahora los que proporcionan mejor temperatura para estar a cubierto: deuda soberana de alta calidad, oro, fondos monetarios o divisas fuertes.
Y cuando la señales permitan asumir más riesgo, de forma contenida, apostar por compañías grandes de probada gestión, itinerario histórico en el reparto de dividendos, y a ser posible en actividades defensivas, como las farmacéuticas, las energéticas o las infraestructuras. Optar también por empresas con poca deuda y altos niveles de generación de caja, o aquellas en las que el sesgo de crecimiento sea muy explícito.