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Banca

Economía permite a Ibercaja aplazar su salida a Bolsa a 2022

El banco aragonés tenía como fecha límite para realizar su estreno este ejercicio

José Luis Aguirre, presidente de Ibercaja.
José Luis Aguirre, presidente de Ibercaja. Pablo Monge

Ibercaja respira. Sobre la entidad aragonesa pendía una espada de Damocles desde hace años. Y Nadia Calviño, vicepresidenta de Asuntos Económicos, se la acaba de retirar. La ley de cajas obligaba a que la fundación Ibercaja, que controla el 87,8% del banco, situara su participación en un máximo del 40%, y se había comprometido a salir a Bolsa para ello, a través de una venta de acciones (OPV)  que podía combinar con una ampliación de capital. La fecha límite: el 31 de diciembre de  2020. Pero la hecatombe de los mercados en general y de los bancos en particular ha hecho que esta obligación quede aplazada por orden gubernamental. La nueva marca roja en el calendario es finales de 2022.

Ibercaja tenía de plazo para salir al mercado hasta finales de este año, fecha establecida por ley por la que la Fundación Ibercaja deberá haber reducido su peso en el capital por debajo del 50% –un porcentaje que se ha ajustado conforme a los criterios del Banco de España a un máximo del 40%–, desde el 87,8% actual. El debut era la fórmula elegida, ya que de otro modo la Fundación debería crear un fondo de reserva, un gasto inasumible por la entidad. Pero la situación de mercado por el coronaviruss hacía escasamente posible que Ibercaja pueda salir a Bolsa este año. Ahora este asunto queda resuelto.

Fuentes de la entidad señalan que están a la espera de ver la normativa, que consideran lógica dadas las circunstancias, puesto que hubiera supuesto tirar a la basura el valor del banco. Fuentes cercanas a la banca de inversión reconocen que hubieran tenido que venderla a precio de derribo. Con todo, señalan que la hoja de ruta sigue pasando por cotizar, una vez que la coyuntura lo haga posible.

El último borrador del real decreto que se aprobó el martes indica que el plazo podrá ampliarse hasta en dos años adicionales con la presentación una modificación de su programa de desinversión. Eso sí, si la fundación opta por ampliar le plazo deberá constituir un fondo de reserva al que habrá de aportar, en cada uno de los ejercicios que dure la citada ampliación, una dotación anual que será de al menos un 50% de los importes recibidos de la entidad de crédito participada en concepto de reparto de dividendos.

La antigua caja fichó a finales del 2018 a Rothschild y completó el equipo para su estreno con Morgan Stanley y JPMorgan como coordinadores. La entidad ya exploró en 2016 la posibilidad de que entrara en su capital uno o dos socios institucionales para que adquiriesen un porcentaje superior al 20%. Apollo, entre otros fondos de capital riesgo, se postularon, pero la pobre valoración dio al traste con esta fórmula.

Unicaja

La Fundación Unicaja, por su parte, decidió en enero conservar el control de Unicaja Banco, su principal activo, aunque para ello tenga que crear un fondo de reserva que le supondrá como mínimo un coste de 150 millones de euros, correspondientes al 0,6% de los activos ponderados por riesgos (APR) que fija la normativa.

La institución que preside Braulio Medel ha optado por esta solución en vez de vender en Bolsa el 9,7% a lo largo de este año, para situar la participación de la Fundación en el 40% porcentaje máximo que permite la norma de cajas de ahorros y fundaciones como posición considerada ya no de control y evitar así la constitución del fondo de reserva. La Fundación tiene hasta 2023 para crear este fondo de reserva, prorrogable un año más previa autorización del Banco de España.

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