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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los mercados cotizan el creciente riesgo de recesión global

Las autoridades tienen que ir preparando medidas económicas contundentes

CINCO DÍAS

Los mercados vivieron ayer una jornada negra, con desplomes de las Bolsas, hundimiento del petróleo, aumento de las primas de riesgo y huida hacia los activos refugio. En el caso del mercado español, el descenso fue del 7,96% en el Ibex 35, la cuarta mayor caída diaria de la historia del índice y la mayor desde el referéndum del Brexit de 2016. Llueve además sobre mojado, porque las Bolsas llevan ya más de dos semanas a la baja, con lo que el Ibex ha caído un 23,6% desde el 19 de febrero y las empresas que lo componen se han dejado en torno a 150.000 millones de su valor de mercado. La Bolsa española no está sola: los mercados de todo el mundo se desplomaron ayer ante la percepción de que hay un creciente riesgo de una recesión económica global, entendiendo por tal un periodo prolongado muy por debajo del crecimiento potencial.

La caída del precio del petróleo es el último indicador que se suma a esos negros presagios sobre la economía mundial. El desplome del crudo se ha visto ampliado por la guerra de precios desatada por Arabia Saudí ante la falta de acuerdo de los países de la OPEP con Rusia para reducir la oferta. Pero esa guerra de precios no habría tenido un efecto tan drástico sobre la cotización del barril sin la debilidad subyacente de la demanda derivada del frenazo que ha provocado el coronavirus.

El deterioro económico se está agudizando. En parte, va de la mano de la extensión de la epidemia y del impacto directo de la misma sobre la actividad económica. Pero, en parte, ese deterioro cobra vida propia y genera un círculo vicioso, una espiral difícil de detener. Eso pone a las autoridades ante una doble prueba. Por un lado, cómo frenar la expansión del coronavirus y de sus efectos letales sobre la población más vulnerable. Por otro, cómo evitar que el aroma a crisis que empieza a extenderse pase una factura demasiado severa a la economía y a la población. Y con frecuencia las autoridades se van a encontrar ante un dilema. Lo que es bueno para prevenir contagios puede ser malo para la actividad. Graduar la respuesta y acertar con los momentos es fundamental. Ahora es prioritario contener la expansión de la epidemia, pero las autoridades tienen que ir preparando ya medidas económicas contundentes para aplicar en cuanto puedan desplegar sus efectos. El paquete debe estar coordinado y ser integral. Por un lado harán falta respuestas monetarias y de inyección de liquidez, pero por otro se requerirán medidas fiscales como bajadas de impuestos o incrementos puntuales del gasto. Del acierto en esas recetas dependerá la gravedad de la crisis económica que ya se avizora.

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