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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cooperación, transparencia y proporcionalidad frente al Covid-19

La rápida expansión del coranovirus ha convertido un riesgo potencial en una seria amenaza global

CINCO DÍAS

Las Bolsas de todo el mundo acusaron ayer de forma contundente el temor a una expansión global de la epidemia del coronavirus Covid-19. La neumonía de Wuhan, que ha llegado ya a Europa y se propaga por el Golfo Pérsico, ha disparado el pánico entre los inversores y provocado las mayores caídas registradas en los parqués europeos desde junio de 2016, fecha del referendum del Brexit. El Ibex 35 perdía ayer un 4%, en línea con el Dax alemán y el Cac francés, mientras el FTSE se dejaba un 3,3% y el Mib se derrumbaba más de un 5%, como reflejo de una Italia agitada por la emergencia sanitaria. Por su parte, Wall Street abría sesión también en números rojos frente a un panorama complejo y en el que se multiplican las incógnitas.

La rápida expansión del coranovirus ha convertido un riesgo potencial con epicentro en China en una seria amenaza global cuyas consecuencias son difíciles de calcular. Son ya 33 los países afectados y cerca de 90.000 las personas contagiadas, todo ello sin tener en cuenta los interrogantes que arrojan sobre los datos la tradicional opacidad del régimen dictatorial de Pekín. El hecho de que la epidemia –técnicamente ya una pandemia– haya llegado a Italia supone sin duda un salto cualitativo para Europa y explica la virulenta reacción que vivieron ayer las Bolsas. Pero si el miedo es comprensible, y hasta razonable, el pánico constituye una sobrerreacción cuyos efectos pueden llegar a ser tanto o más dañinos que la amenaza que lo provoca. A día de hoy, con los datos que manejan las autoridades sanitarias y a menos que ese diagnóstico cambie, el índice de mortalidad del coronavirus es inferior al de otros agentes infecciosos bien conocidos, aunque su rapidez de contagio pueda ser mayor.

Precisamente por esa circunstancia y por el riesgo que puede suponer una reacción masiva de pánico tanto para la salud pública como para la economía mundial es necesario exigir a gobiernos y autoridades un esfuerzo de transparencia, que se traduzca en una información precisa, concreta y actualizada. En el mismo sentido, las medidas de contención y prevención del contagio deben ser efectivas, pero también proporcionadas al riesgo real que supone el virus. La coordinación es esencial en este ámbito, dado que estamos ante una alerta sanitaria frente a la que ningún territorio tiene fronteras. La estrategia de Europa debe incluir medidas que garanticen la asistencia, tratamiento y contención de los casos detectados, pero también propuestas para mitigar en lo posible los efectos que la epidemia pueda desencadenar sobre el crecimiento y la economía de la eurozona. A los mercados les resta, como siempre, la tarea de hallar el equilibrio entre los riesgos y las realidades que presenta esta crisis.

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