La economía española encadena el octavo año con capacidad de financiación
En 2007 superaba una necesidad de préstamo del 9% del PIB. El fuerte avance de la exportación de bienes y servicios está tras el cambio
La economía española encadena con 2019 el octavo año consecutivo con un saldo positivo en su relación financiera con el resto del mundo, lo que supone ocho años seguidos de capacidad de financiación o préstamo neto al resto de las economías. Las estimaciones para los próximos años, de mantenerse el crecimiento y los niveles de competitividad de los bienes y servicios españoles, auguran una década completa con capacidad de financiación, según la propia Comisión Europea en sus previsiones de otoño.
En la práctica, este fenómeno supone que la economía española no precisa, en términos de saldo neto, recursos del exterior para mantener su crecimiento, sino que puede ser financiadora neta y prestar recursos al exterior, y reducir así cada ejercicio su deuda externa neta, que ronda el 80% del PIB. Esta variable se acercó al 100% del PIB en los primeros años de la crisis, pero se ha reducido paulatinamente desde entonces, en un ejercicio de prolongado superávit por cuenta corriente y de capital que no se había producido nunca en la historia de la democracia y la economía abierta en España.
Solamente en otros dos periodos desde 1980, y de forma muy ligera y casi anecdótica, se había logrado en la economía española disponer de un saldo favorable con el resto del mundo. Se produjo en los primeros años de entrada de España en la Unión Europea (1985-87), con un fortísimo crecimiento de las exportaciones, y muy puntualmente tras las severas devaluaciones de la peseta en los años noventa (1997-98).
El superávit consistente actual tiene un valor adicional si tenemos en cuenta que la economía española llegó a un déficit o necesidad de financiación desconocidamente elevado en el inicio de la crisis, cercano al 10% de su PIB, lo que significaba que necesitaba de unos 100.000 millones de euros al año para equilibrar sus cuentas comerciales, de servicios, de rentas y de capital. Desde tal desequilibrio, y de forma acelerada, en un decenio ha absorbido más de once puntos de déficit corriente para alcanzar y consolidar la mencionada capacidad de financiación (ver gráfico).
En tal ejercicio de alivio de las cuentas exteriores han tenido protagonismo positivo todas las balanzas con el exterior, aunque algunas de ellas permanezcan aún en situación deficitaria. De los 11,4 puntos de mejora del saldo desde 2007, el cálculo elaborado por el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona Josep Oliver atribuye 5,8 puntos de PIB a la balanza de bienes no energéticos; 1,3 puntos a los servicios no turísticos; algo menos de un punto (0,9) al turismo; 0,6 puntos a la energía, y los 2,9 puntos restantes a las rentas primarias y secundarias.
En los nueve primeros meses de este año la balanza por cuenta corriente (bienes, servicios y rentas) arroja un superávit de 15.872 millones de euros, según el Banco de España; una cantidad que, sumada al saldo positivo de 1.900 millones de la cuenta de capital, muestra un saldo conjunto de 11.775 millones, ligeramente inferior a la del mismo periodo de 2018.
Competitividad
Los intercambios comerciales han tenido un protagonismo excepcional y se han convertido en uno de los motores de la salida de la crisis, con apuestas en la recomposición de la competitividad de costes y la mejora de los estándares de calidad de las manufacturas y de los servicios no turísticos.
El profesor de la Complutense Rafael Myro calcula que las exportaciones de bienes y servicios de la economía española son las que mejor comportamiento tienen de Europa en los últimos años, especialmente desde 2016, duplicando en este caso el avance de las francesas o alemanas, un perfil que estima se mantendrá durante los próximos años.
Las exportaciones de bienes y servicios suponen ahora nada menos que el 34,3% del PIB, frente al 22,7% de 2009, lo que da una idea explícita del intenso proceso de internacionalización de la economía con la presencia creciente de empresas en el mercado exterior; las importaciones han tenido un avance paralelo, pero más modesto, ya que el grado de competitividad de las manufacturas y servicios españoles ha mejorado también en el propio mercado español. Llama la atención que el saldo de la balanza de bienes sigue siendo deficitario, aunque con una mejora muy intensa en el último decenio (de un déficit del 8,7% del PIB al 2,4%), pero la de servicios casi ha duplicado su superávit (del 3% al 5,2%) por la aportación de los no turísticos, especialmente los servicios de ingenierías españolas en el exterior.
En este cambio de paradigma de las relaciones comerciales y de servicios con el exterior en los diez últimos años hay una participación muy importante de factores transitorios o estacionales, y que la doctrina (el servicio de estudios del Banco de España, especialmente) cuantifica en el 60%, mientras que un 40% se debe a factores que han cambiado de manera permanente. Ello quiere decir que el recorrido de los elementos estructurales es muy elevado, mientras que los factores que en el pasado han jugado a favor de la economía española, como los tipos de cambio, los precios de la energía o la situación geopolítica de algunos mercados competidores en los servicios turísticos, podrían volverse en contra en algún momento.