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Malta sigue latiendo en invierno

Planes íntimos para explorar la isla fuera de temporada

Recorrido en segway por La Valeta.
Recorrido en segway por La Valeta.Javier Martínez Mansilla (Cinco Días)

En el corazón del Mediterráneo, un diminuto archipiélago se esconde de los mapas, de las cartas náuticas y del invierno. Desde el avión, las islas de Malta asoman entre las nubes y las aguas que separan Túnez y Sicilia y rompen con la idea preconcebida de pedruscos áridos, abrasados por el salitre y el sol.

Descubrimos una ínsula (246 km2) verde y fértil, especialmente en invierno, sembrada de pueblos color canela, con iglesias monumentales y campos de cereal que se extienden hasta los acantilados que muerde el Mediterráneo en su composición de bahías retorcidas y calas. Aquí el frío nunca es tan frío y el invierno no sabe a invierno.

Esta vez pasaremos del pachangueo de Paceville y de los cursos de inglés, de la insípida Bugibba y las aglomeraciones playeras. Cosas del verano. Buscamos la intimidad que se reservan los malteses para esta temporada en su isla.

“El marino soy”

Fenicios, árabes, normandos o romanos. Malta lleva marcada en su tez calcárea el paso de las civilizaciones que dominaron el Mediterráneo desde el 7000 a. C.

Con la luz previa a la puesta de sol, hacemos una ruta de senderismo por la cara suroeste y sus acantilados cargados de historia. Desde Wied iż-Żurrieq, junto a la Gruta Azul, caminaremos con la panorámica del islote de Fifla hasta los templos megalíticos de Hagar Qim y Mnajdra (3600 a. C), declarados Patrimonio de la Humanidad. Entrada: 10 euros.

Tras sentir la energía de estas composiciones de rocas de cinco metros de altura, seguimos el recorrido hasta los acantilados de Dingli, elevados a más de 250 metros sobre el Mediterráneo. Recuerde que el recorrido son 12 km y cuatro horas, y que siempre tiene el coche.

Hasta la península de Cirkewwa, el escarpado occidente está gobernado por torres defensivas entre zonas agrícolas, bahías y calas de aguas claras como Għajn Tuffieħa, Mellieħa o Golden Bay. En esta zona se encuentra el Parque Natural e Histórico Il-Majjistral, además del ilustre Popeye Village (15,50 euros), creado como escenario de la película Popeye (1980).

Popeye Village es un set de rodaje reconvertido en museo al aire libre y pequeño parque de atracciones.
Popeye Village es un set de rodaje reconvertido en museo al aire libre y pequeño parque de atracciones.Javier Martínez Mansilla (Cinco Días)

Un paseo en silencio

En medio de la campiña maltesa se erige la ciudadela de Medina. Traspasamos los muros de la “ciudad silenciosa” para perdernos en este laberinto de callejuelas medievales, de edificios barrocos y tonos rojizos con la luz nocturna entre un halo de misterio que inunda cada rincón desde la catedral de San Pablo (siglo XI) hasta la puerta principal de la acrópolis, donde se rodó una escena de Juego de tronos.

Junto a este sitio histórico se encuentra Rabat, que conserva las catacumbas de San Pablo y de Santa Ágata, con más de 30 hipogeos del periodo paleocristiano. Entrada 5 euros.

Catacumbas de San Pablo en Rabat.
Catacumbas de San Pablo en Rabat.Javier Martínez Mansilla (Cinco Días)

El Gran Puerto

Los imponentes bastiones de La Valeta y las Tres Ciudades en un horizonte dibujado por iglesias barrocas y unas aguas transitadas por cruceros y buques de carga, por luzzus y dgħajsa, o típicas barcazas maltesas. El Gran Puerto de Malta domina la cara este de la isla.

El invierno vacía las calles de La Valeta y el segway facilita su recorrido. Desde la Fuente de Tritón, circularemos cómodamente por esta península fortificada, Patrimonio de la Humanidad, y enclaves como la concatedral de San Juan, el teatro Manoel y fuerte San Telmo, hasta miradores como los jardines de Hastings, de Lower Barrakka y Upper Barrakka.

En el puerto nos espera un marino maltés listo para cruzar esta dársena natural en dgħajsa, hacia las Tres Ciudades: Vittoriosa, Senglea y Cospicua. Amarramos nuestra embarcación junto a los lujosos yates del embarcadero de Vittoriosa y exploramos esta ciudad y sus dos hermanas entre balcones floridos, calles tranquilas, aires mediterráneos y escasos turistas. Cosas del invierno.

Puerta de entrada a la ciudadela de Medina.
Puerta de entrada a la ciudadela de Medina.Javier Martínez Mansilla (Cinco Días)

Guía de viaje

Dónde dormir. Apueste por los nuevos hoteles boutique que se reparten por el casco antiguo. En Rabat encontrará en el Myn (72 euros) un coqueto alojamiento muy cerca de Medina, y en La Valeta, The Vincent (124 euros) ofrece modernos apartamentos con todas las comodidades.

Dónde comer. Para el almuerzo el Caffe Cordina, un clásico de la cocina maltesa desde 1837. Para la cena, el restaurante Under Grain, una propuesta elegante y sofisticada al servicio de la gastronomía mediterránea.

Sobre ruedas. Explore La Valeta con Malta Seg­way Tours (55 euros).

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