La liberalización del AVE es una oportunidad para todas las empresas
La necesidad de ampliar estaciones, realizar pedidos de trenes y aumentar personal beneficiará también al sector privado
La liberalización del servicio de trenes de alta velocidad, previsto para diciembre de 2020, marcará un antes y un después en la historia del transporte ferroviario en España y determinará en buena medida el desarrollo del enorme potencial de futuro que ofrece el sector. Los tres grandes jugadores que competirán en la batalla comercial del tren rápido son tres empresas públicas europeas: la propia Renfe, que se ha adjudicado de forma preliminar el paquete de capacidad máxima ofrecido por Adif, Ilsa (participada en un 55% por Air Nostrum y en un 45% por la entidad pública italiana Trenitalia) y Rielsfera, propiedad del gigante público francés SNCF. Los tres se repartirán el 70% de la capacidad ofertada en los acuerdos marco, pero resta todavía un 30% que se ofrecerá al mercado con reservas de año a año. A ello hay que unir estrategias como la de SNCF, abierta a la inclusión de socios en su proyecto, o la existencia de iniciativas en estudio por parte de Adif, como la de habilitar la red en horario nocturno, todo lo cual puede multiplicar las oportunidades también para las empresas del sector privado.
El proceso de liberalización del ferrocarril que ha diseñado España resulta extraordinariamente generoso en contraste con los realizados por otros países, como es el caso de Francia, que mantiene cerrado el acceso a París. Ello se explica, en buena parte, por la necesidad de amortizar los 50.000 millones de euros –un cuarto de los cuales provienen de fondos comunitarios– invertidos en construir la red de alta velocidad más moderna y de mayor calidad de Europa, aunque también fuertemente infrautilizada. Adif espera obtener unos 2.000 millones de euros por cánones extras durante los primeros diez años de liberalización, así como incrementar en un 65% la capacidad ferroviaria ofertada. Todo el proceso traerá consigo, además, un potente impulso económico por la necesidad de ampliar y modernizar estaciones, realizar nuevos pedidos de trenes y aumentar en general la contratación de personal.
Para el usuario, que será en último término el verdadero testador de los resultados del proceso, la liberalización debería traducirse en precios más asequibles (los cálculos de Renfe cifran la posible rebaja hasta en un 40%), pero también en un servicio igualmente seguro y de alta calidad. La tarea de certificar que los nuevos jugadores cumplen con los estándares exigidos y que se respeta la libre competencia en precios constituye una pieza fundamental para garantizar que la apertura del tráfico ferroviario se traduzca en un éxito y en una fuente de oportunidades para el futuro.