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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un acuerdo que tiene una función clave: evitar un Brexit duro

Europa, que respaldó ayer el texto en el Consejo de la UE, ha puesto una dosis considerable de generosidad y flexibilidad

CINCO DÍAS

Cuando parecía que los 373 kilómetros que median entre Londres y Bruselas se habían hecho más largos que nunca, Boris Johnson y Jean-Claude Juncker han anunciado un acuerdo sobre el Brexit “justo y razonable”. El pacto, hecho público ayer, incluye una solución revisada para la frontera de las dos Irlandas, que supone eliminar el escollo del backstop y reemplazarlo por una compleja fórmula aduanera que deberá ser refrendada por la Asamblea norirlandesa cada cuatro años. Europa acepta así, a modo de mal menor, un modelo híbrido para Irlanda del Norte que permite a esta mantenerse alineada con ciertas normas del mercado único europeo, pero formar parte al mismo tiempo del territorio aduanero de Reino Unido. Ello supone dejar la provincia con un pie dentro y otro fuera de Europa: los controles a los bienes se efectuarán en los puertos de Gran Bretaña y no en la frontera entre las dos Irlandas, excepto cuando se trate de productos destinados al territorio irlandés, los cuales no tendrán que pagar aranceles comunitarios, como tampoco estarán sujetos a tarifas los bienes personales de quienes crucen la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Desde Europa se describía ayer la solución como “legalmente operativa”; cuestión distinta es que además resulte efectiva y beneficiosa.

El compromiso alcanzado ayer no puede considerarse un acuerdo óptimo, sino un pacto cuyo primer objetivo es evitar un divorcio a las bravas entre Londres y Bruselas. Europa, que respaldó ayer el texto en el Consejo de la UE, ha puesto una dosis considerable de generosidad y flexibilidad para cerrar una solución que, si finalmente llega a entrar en vigor, deberá ser refrendada de modo periódico por Irlanda del Norte y no será reemplazada ni siquiera por el futuro tratado de libre comercio entre Reino Unido y la UE.

Mientras Europa ha aprobado el acuerdo plenamente convencida de que un Brexit duro sería un mal para ambas partes y complicaría extraordinariamente la separación, por el lado británico no resulta sencillo aventurar cuál será la suerte del compromiso, que debe todavía ser votado por Westminster. Tanto los unionistas irlandeses como los laboristas de Corbyn, los liberales y los escoceses han anunciado ya que rechazarán el pacto, lo que deja a Johnson sin apoyo suficiente para aprobarlo, a falta de una treintena de votos. Europa ha hecho ya su parte del trabajo; el resto corresponde a un Reino Unido que tiene que elegir entre seguir deshojando la margarita del Brexit duro/Brexit blando y fijar una hoja de ruta sólida para el futuro del país.

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