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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Gobierno sitúa sus previsiones económicas al borde del fuera de juego

Hace falta un segundo semestre espectacular para completar un crecimiento superior al 2% en el año

CINCO DÍAS

El indisimulado optimismo verbalizado todos los días por las autoridades económicas sobre la marcha de la actividad en España se ha plasmado definitivamente en una revisión de las estimaciones macroeconómicas no menos optimista. El Gobierno cree que la economía crecerá este año un 2,1% y un 1,8% en 2020, solo una décima menos de lo estimado hasta ahora para cada uno de los años, y sensiblemente por encima de las cifras hacia las que apunta el consenso de los expertos. Publicadas ya las nuevas previsiones de la mayoría de los institutos de análisis, el consenso apunta a un desempeño de la economía para este año inferior al 2%, y muy sensiblemente inferior para el año venidero. El Gobierno, con el aval de la Airef, mantiene una previsión tan entusiasta como arriesgada para el bienio, y bien podría ser que sea el único que acierte, aunque nos tememos que la realidad le llevará a ser el único que esté equivocado.

A nadie se le escapa que ante la inminencia de unas elecciones sobre las que las encuestas no pronostican triunfos holgados, y ante el hecho cierto de que la verdadera fortaleza del ciclo económico ha entrado en el debate electoral, el Ejecutivo tenga resistencias a admitir una realidad que todos los números, los de trimestres pasados y los actuales, configuran. Un crecimiento tan modesto como el desempeñado en los dos primeros trimestres del año tras la revisión intensa de Estadística (0,4% y 0,5%) exige un segundo semestre de espectacular avance del consumo, la inversión y la exportación como para poder completar un crecimiento superior al 2% en el año. Los primeros datos conocidos no hablan de tal vigor y las expectativas de los agentes económicos, mucho más cautelosas desde la primavera como demuestra el avance del ahorro pese al crecimiento de la renta disponible, no permiten augurar un giro repentino en la demanda interna, como tampoco se adivina una sobrerreacción de la externa con el panorama de riesgos que componen Brexit, guerra comercial y conflicto en Siria.

El cuadro macroeconómico que el Gobierno ha elaborado para acompañar al plan presupuestario enviado a Bruselas contiene también estimaciones de déficit fiscal bastante alejadas del consenso hacia el que apuntan los expertos, y que solo son posibles si el avance del PIB se ajusta a los números del equipo de Calviño. El papel lo aguanta todo, hasta un plan presupuestario sin Presupuesto, en el que se anticipan gastos generosos (pensiones y sueldos de funcionarios), admitiendo que las figuras fiscales que podrían sostenerlos siguen en el limbo de un Gobierno todavía en funciones, y que solo fundamenta el crecimiento diferencial del PIB y del empleo de España, este año y el próximo, en la inercia.

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