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El estrecho de Gibraltar y la rosa de los vientos

Cometas, dunas, marinos y atunes en la reina de los mares del sur

Tarifa y la costa marroquí desde Valdevaqueros.
Tarifa y la costa marroquí desde Valdevaqueros.Fotos: J.M:M

Levante, poniente, mistral o siroco. En el límite austral de la Península Ibérica, quien no sabe de vientos no sabe de nada. Caprichoso e impredecible, poderoso e implacable, ha ido moldeando a su merced este territorio fronterizo de la costa gaditana, codiciado por fenicios, griegos, romanos o nazaríes.

Desde Algeciras al cabo de Trafalgar se despliega un paisaje indómito abrasado por el sol y sacudido por el levante en forma de duna y de pampa, de playa y de cala, de cerro y acantilado. Nos asomamos al estrecho de Gibraltar.

Imprescindibles en el límite austral del continente europeo

El Parque Natural del Estrecho es un espacio protegido marítimo-terrestre de 19.127 hectáreas en el extremo meridional del continente europeo. Aquí, las aguas del Atlántico se enfrentan a las del Mediterráneo creando esa angosta franja marítima que lo separa de África.

Desde hace miles de años sus pobladores han dominado los vientos y también los mares, dejando vestigios de sus artes pesqueras en las lonjas y navales en sus playas.

Un territorio indómito, codiciado por fenicios, griegos o romanos

Pueblos marineros con alma surfera y encanto gaditano; el sabor del atún de almadraba o de un atardecer desde el faro de Gribaltar. ¿Cadizfornia? Estos son los imprescindibles a este lado del Estrecho.

Tarifa, hacia poniente

Nada de autopistas. Desde Algeciras, tomamos la serpenteante N-340 hacia poniente. El viento hace su puesta en escena en el Mirador del Estrecho, el mejor emplazamiento para contemplar la cordillera del Atlas que asoma entre la bruma dominando la costa marroquí. Tan solo a 14 km.

Tarifa (18.100 habitantes) recibe al viajero con su níveo semblante que culmina en la isla de las Palomas, el enclave más al sur del Viejo Continente, donde confluyen Mediterráneo y Atlántico. La capital del viento es el lugar para dejarse llevar por el espíritu surfero y el aire bohemio que todo lo empapa. La idiosincrasia gaditana también ayuda.

Vista de Marruecos desde el mirador del Estrecho.
Vista de Marruecos desde el mirador del Estrecho.

Visitas obligadas son el castillo de Guzmán el Bueno (siglo X), el de Santa Catalina (siglo XX) o cruzar la Puerta de Jerez y adentrarse en las callejuelas encaladas del conjunto histórico. No olvide pasarse por sus coquetas tiendas, probar el atún en sus restaurantes o bailar los ritmos del sur en sus locales y chiringuitos.

A la caza del levante

Entre furgonetas y todoterrenos, velas y cometas, arena y salitre, exploramos los rincones más salvajes de la zona. El otoño ha vaciado estas playas de arena fina, aguas transparentes y poderoso levante. Volvamos al paisaje.

La playa de Los Lances, la primera del Atlántico, nunca defrauda al amante del windsurf ni del buceo por sus fondos marinos cargados de pecios.

Windsurf en   la playa de Los Lances.
Windsurf en la playa de Los Lances.

Cruzando la solitaria llanura entre las colinas y el mar llegamos a Valdevaqueros para descubrir un horizonte de cometas de kitesurf, médanos y la silueta de Tarifa delante de Marruecos.

Pasando Punta Paloma llegamos a Bolonia, donde además de venerar al viento se venera su prominente duna de 30 metros, donde es obligado subir para avistar ballenas o delfines.

Invasores a mistral

Con la corriente del noroeste hacemos una incursión en la historia. Dentro del parque natural se conservan importantes yacimientos, como las pinturas rupestres de la Cueva del Moro, la necrópolis neolítica de Los Algarbes y, por supuesto, las ruinas de la ciudad romana de Baelo Claudia (siglo II a. C.).

Atardecer en el faro de Trafalgar.
Atardecer en el faro de Trafalgar.

Desde el icónico faro de Trafalgar, en el municipio de Barbate, nos imaginaremos una de las batallas navales más famosas y cruentas de la historia. En 1805 los buques españoles y franceses sucumbieron ante la armada del almirante Nelson. Algunos navíos siguen en estas aguas donde las puestas de sol no tienen precio.

La almadraba y el siroco

El escenario del combate entre las corrientes del Atlántico y el Mediterráneo lo es también entre el marinero y el atún rojo. Tarifa, Zahara, Barbate y Conil son los puertos donde se ha capturado desde tiempos inmemoriales este gigantesco túnido siguiendo el arte de pesca de la almadraba. La ruta milenaria del atún nos invita a descubrir el tesoro más suculento del Estrecho.

Atún de almadraba.
Atún de almadraba.

Guía de viaje

El Burgato. Este restaurante de Tarifa es uno de los mejores lugares para empezar el recorrido atunero probando cualquiera de sus variedades.

El chiringuito. El Pez Limón, en la playa Zahara de los Atunes, destaca por su carta sofisticada con gusto marinero, su emplazamiento y música en vivo.

El Campero. En Barbate, donde se come “el mejor atún del mundo”, palabra del chef del mar, Ángel León.

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