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El fundador de WeWork pasa del ático a un sótano sin ventanas

La degradación de Neumann puede ser suficiente para asegurar más capital de los patrocinadores

Logotipo de WeWork.
Logotipo de WeWork.REUTERS

El objetivo de WeWork de ocupar el aireado ático de las finanzas corporativas no ha salido según lo previsto. La startup de oficinas compartidas, dirigida por el cofundador de alto perfil Adam Neumann, esperaba ser valorada en más de 47.000 millones de dólares en su oferta pública de venta.

Ahora Neumann renunciará a su cargo de consejero delegado, adoptando un puesto de presidente no ejecutivo y renunciando al control de las votaciones. Parece muiy improbable una oferta pública de venta en un futuro próximo. A partir de aquí, el drama de la empresa se desarrollará principalmente en privado, que es a donde pertenece.

Inversores como el japonés SoftBank deberían haberse dado cuenta hace mucho tiempo de que Neumann era un líder inapropiado para un negocio que cotizara en Bolsa. Sus afirmaciones de que la valoración de la empresa se basaba en parte en la espiritualidad y la energía, su enfoque fluctuante en invertir en todo, desde escuelas primarias hasta piscinas de olas, y sus muchos conflictos de partes vinculadas, habrían sido problemáticos incluso en una empresa que no estuviera fundiendo dinero en efectivo. La valoración de la empresa ha sufrido una implosión, hasta llegar a un quinto, o quizás menos, de su última ronda de financiación.

Es necesario, pero insuficiente, que Neumann dimita y renuncie al control mayoritario. La empresa necesita más capital –quizás 15.000 millones de dólares, 14.000 millones de euros, para 2023, según nuestros cálculos– y demostrar que su negocio puede ser rentable. También necesita encontrar un nuevo consejero delegado permanente que pueda trabajar con Neumann como presidente no ejecutivo.

Dada la agitación y las incertidumbres, la degradación de Neumann puede ser suficiente para asegurar más capital de los patrocinadores. Pero después de echar un vistazo al ático, el equivalente metafórico de un sótano sin ventanas debe ser aún más difícil de soportar.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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