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Tribuna
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

España sigue a la cola de Europa en I+D

Si observamos el crecimiento de esta partida desde 2004 vemos que se debe a la inversión de carácter privado

Hace unos meses, en uno de los informes que realicé para el Foro Económico Mundial (WEF), resaltaba la cierta correlación entre los países con mayores tasas de inversión en I+D, así como aquellos que, en base a su economía, poseían las menores tasas de desempleo.

Un informe que, curiosamente, ponía de manifiesto cómo aquellos países que más capital destinaban a esa partida (I+D), a su vez, casual o causalmente, eran los mismos que menores tasas de desempleo ostentaban en sus registros públicos.

La inversión en I+D es esencial para el desarrollo de la economía de una región. España, sin embargo, no tiene ese concepto tan asumido como otros países. Mientras que los líderes europeos invierten, en el caso de Alemania o Francia, cerca del 3% de su PIB, en España, lejos de la media europea, que a fecha de 2017 –con los últimos registros completos– se situaba en el 2,07%, destina el 1,2% de su PIB.

Seguimos, como siempre, a la cola de la inversión en I+D, perdiendo un gran potencial respecto a otros homólogos europeos, que dotan de mayor relevancia a esta partida. Pero no todo queda ahí, pues si observamos el crecimiento de la inversión desde 2004, vemos que se debe a la inversión de carácter privado, elevando el crecimiento hasta ese 1,2%, que, a priori, se situaba en el 1,19%.

Si observamos la inversión pública en I+D, esta ha sufrido un descenso acumulado, entre 2009 y 2017, cercano al 9,5%; mientras que, por otro lado, la inversión por parte de entidades privadas crece con el paso de los años, pero sin lograr su escenario ideal. A fecha de 2017, el gasto público en I+D se incrementó en un 3,3%, mientras que el privado superó el 8%. Aunque la inversión crece, el crecimiento es cada vez menor, mostrando ese acumulado retroceso del que hablábamos anteriormente y que nos sitúa, con una inversión menor –en contraste con la media europea– del 43%, a años luz de la inversión que realizan, como decíamos, estas grandes economías. Economías que, como decíamos al principio, poseen unos mejores registros, especialmente en materia de desempleo, que España.

Seguimos sin invertir lo suficiente en esta partida. Y lo peor llega cuando observamos que las inversiones se reducen constantemente.

Una partida, la de I+D, que en economías como Estados Unidos asciende hasta el 2,23% del PIB –teniendo en cuenta que el PIB de Estados Unidos es casi 20 veces mayor que el de España–. Debemos concienciarnos de que si queremos ser una potencia de conocimiento e innovación, la investigación y desarrollo es esencial y, de seguir así, seguiremos a la cola en materia de competitividad e innovación.

Francisco Coll es Director adjunto de HAC L&M School of New York

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