El profesional de inversión, ante la disrupción
La entrada de la inteligencia artificial y los factores socioambientales serán cruciales
Trabajadores de fábrica reemplazados por robots. Chatbots que se hacen cargo del centro de recepción de llamadas. Comerciales reemplazados por algoritmos. La lista de puestos afectados por la automatización y la tecnología suma y sigue. ¿Qué depara el futuro para los profesionales de gestión de inversiones y cómo pueden tener éxito en este nuevo y sutil paradigma?
Nos enfrentamos a una disrupción con carácter acelerado. Casi la mitad de los profesionales de la inversión global que encuestamos para el estudio El profesional de la inversión del futuro espera que sus roles cambien sustancialmente en la próxima década. Estos profesionales, los que están en activo y los que se incorporarán, deben prepararse, y hacerlo desde ahora, para afrontar con éxito un futuro cada vez más tecnológico.
Lo fintech, por supuesto, se ve como el gran disruptor de nuestro tiempo. Comencemos con un hecho: la tecnología continuará impulsando el cambio en nuestro negocio. Eso significa que los profesionales de la gestión de inversiones deben adoptar la tecnología, sin importar sus roles, y centrarse en lo que entendemos es una nueva ecuación de habilidades: IA + IH. Inteligencia artificial más inteligencia humana. La suma de esta ecuación se convierte en más que cualquiera de sus partes, porque aprovecha los beneficios de ambas. La nueva interfaz humano-máquina requiere que las personas y la inteligencia artificial trabajen juntas, y aquellos profesionales que logren encontrar el equilibrio correcto cosecharán las mayores recompensas.
A medida que la tecnología automatiza el proceso de inversión, las habilidades blandas de los profesionales asumen un papel aún más destacado: comunicaciones, liderazgo, escucha, empatía, construcción de relaciones, creatividad y más. Estas habilidades trascienden roles y, con demasiada frecuencia, escasean en una industria conocida por su destreza técnica y cuantitativa. Hemos creado un desajuste entre profesionales formados con habilidades técnicas muy completas, y lo que realmente necesitan la mayoría de clientes y empleadores.
La experiencia y el juicio se vuelven más importantes cuando la toma de decisiones conlleva un mayor impacto y riesgo. Ningún sitio web, aplicación o paquete de software puede sustituir a un profesional. Ningún robot puede lidiar con la incertidumbre de una inversión, datos deficientes, o el riesgo implícito, como lo hace un asesor de confianza.
La industria debe transformarse, dejar a un lado la creación de más y más productos para concentrarse en proveer de soluciones útiles que sirvan a los clientes. Las habilidades del futuro serán aquellas basadas en la capacidad de aportar soluciones: comprender al cliente para generar resultados basados en las necesidades del inversor.
Con mayor frecuencia, los inversores minoristas y los institucionales buscan productos de inversión que tengan un propósito superior. Este enfoque en la inversión de impacto y la sostenibilidad requerirá de una mayor capacidad en análisis y gestión ASG (factores ambientales, sociales y de gobernanza), y un mayor compromiso. Los inversores del futuro, que son cada vez más mujeres y mileniales, han demostrado un gran interés en estos productos. El 73% de los inversores tienen en cuenta los factores ASG. Creemos que este porcentaje seguirá aumentando en los próximos años. Y representa una verdadera oportunidad de mercado, en donde el profesional de inversiones del futuro deberá moverse con gran fluidez.
El impacto del cambio climático tiene profundas consecuencias para los inversores. Se espera que el profesional de inversiones gestione las carteras no solo con un ojo en los rendimientos financieros, sino con una amplia visión de cómo puede afectar a sus tenencias el cambio climático y cómo están logrando las empresas minimizar su impacto ambiental. Ya hoy, los estudiantes de MBA de las principales escuelas de negocios del mundo pueden formarse en finanzas sostenibles. Los profesionales financieros también deben formarse ampliamente en este tema.
El crecimiento de la inversión en el mercado privado, y la reducción simultánea de los mercados públicos, o cotizados, ofrece nuevas oportunidades. Al ampliar nuestra definición de gestión activa para incorporar inversiones no cotizadas, podemos ver que está muy viva, y que los inversores institucionales buscan mayores rendimientos en los mercados privados. Los profesionales que tengan la experiencia y flexibilidad para la evaluación de estos activos, incluso en ausencia de los benchmarks característicos, encontrarán un nicho para sus habilidades.
En el contexto de tantos cambios, la formación continua durante la trayectoria profesional es fundamental. No existe un punto y final cuando se trata de aprender a lo largo de nuestra vida laboral. Los profesionales de la inversión deben poner toda la energía en sus carreras y adoptar una mentalidad de crecimiento que los impulse a continuar aprendiendo.
Una consultora, Opimas, estima que más de 90.000 roles en la industria de gestión activos en el mundo se verán eliminados en la próxima década por la adopción de la inteligencia artificial. De manera algo más optimista, observamos que el crecimiento viene por la parte de la gestión de patrimonios, los mercados emergentes y, a más largo plazo, la evolución de los mercados privados como vehículo para el inversor minorista.
Una cosa es cierta: a medida que la industria de la inversión se ve transformada por el cambio a un ritmo sin precedentes, el profesional de inversiones del futuro debe adaptarse y aceptar los nuevos desafíos y oportunidades que conlleva el éxito profesional. Si bien las competencias básicas de inversión seguirán siendo esenciales, la capacidad de saber navegar por la disrupción será vital.
Gary Baker es CFA, director general de CFA Institute para EMEA