De cayo en cayo por las playas más salvajes y paradisiacas de Cuba
Escenarios de anuncio flotando sobre el Caribe o el Atlántico
Un reguero de cayos rodea la Perla del Caribe, Cuba. Desde el aire, los islotes parecieran pequeñas cuentas –cada una escondiendo su propio tesoro– desperdigadas como un collar roto flotando indefensas a merced de las olas del Atlántico o del Caribe. Oficialmente son 4.000, la mayoría deshabitados y vírgenes, un puñadito de ellos dedicados al deleite del turismo. Todos paraísos terrenales.
Los más conocidos son Cayo Largo, Coco, Guillermo, Santa María o Levisa. En común tienen la espectacularidad de sus playas, de finísima arena, salpicadas de palmeras, los preciosos e intensos tonos azules o verdes de sus aguas, poco profundas, los maravillosos arrecifes coralinos y su frondosa y salvaje vegetación.
Dunas, palmeras, manglares y el mejor acuario natural submarino
Faltan adjetivos para tanto escenario de anuncio e imágenes de postal. Si le gusta el sol y playa, el buceo o el esnórquel, los deportes acuáticos o el lujo de disfrutar de su tiempo sin mirar el reloj y casi sin más compañía que los peces de colores, elija su cayo y disfrute. A la mayoría de ellos se llega en avioneta, barco o a través de un pedraplén –un camino de rocas compactadas que une Cuba con los cayos–. Todos cuentan con resort de lujo a pie de playa.
Cayo Largo
Es uno de los más alejados de la costa cubana, al sur de la isla y en pleno corazón del Caribe. Su posición estratégica sirvió de refugio a piratas desde el siglo XV y se alienta la leyenda de tesoros escondidos bajo sus aguas o en sus playas. Hasta hoy, los únicos puestos al descubierto son los de la madre naturaleza.
Cayo Largo del Sur pertenece al archipiélago de los Canarreos –igual que la famosa Isla de la Juventud y Cayo Iguana, excelentes opciones para excursiones adicionales– y apenas supera los 40 km2 de superficie. Playa Sirena, una larga lengua de arena blanca, casi talco, por la erosión de los corales, es considerada como una de las más bellas del mundo.
El arenal está salpicado de palmeras reales, algunas se tumban con formas caprichosas –e indolentes a las fotos de los turistas– sobre el mismo mar. Cuenta con unos 39 puntos de buceo donde podrá contemplar el coral negro. En sus aguas submarinas abundan túneles y paredes escarpadas de maravillosos contrastes. En tierra, se topará con tortugas, iguanas o flamencos.
Cayo Coco
Forma parte de la cadena de islas conocidas como los Jardines del Rey –por su variada vegetación–, en la provincia de Ciego de Ávila, al nordeste de Cuba, y es la cuarta isla más grande del país con unos 370 km2 de superficie. Está enlazada a tierra firme a través de un pedraplén de 17 km. Atravesarlo en coche con el mar en calma es una experiencia que no se puede perder.
Islotes casi vírgenes a los que solo se puede llegar en avioneta, barco o pasarelas de rocas construidas sobre el mar
Su playa más espectacular y apenas explorada es Playa Prohibida, famosa por sus dunas. Por la claridad de sus aguas submarinas y la biodiversidad que cobija se la considera un acuario natural con más de 30 puntos de buceo. El Ibis blanco o pájaro Coco da nombre al islote con una vegetación de manglares y cocoteros.
Cayo Guillermo
En el mismo archipiélago de Coco y unido a este por un camino natural de arena. Apenas supera los 13 km2. Su ubicación frente a una de las barreras coralinas más grandes del mundo le convierte en un enclave privilegiado para el submarinismo. Su playa más impactante es Playa Pilar, con dunas de arena de 15 metros de altura.
Cayo Levisa
Es una de las islas de Los Colorados, en el Caribe y frente a la costa norte de Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba, célebre por su tabaco. Tiene poca infraestructura turística, pero ello no le resta encanto. Destacan sus manglares y bosques de pinos y la abundancia de pelícanos que campan a sus anchas. En sus fondos marinos hay pecios de naufragios del siglo XVII.