La fórmula más conservadora para los inversores arriesgados
Pese a tener que afrontar el riesgo implícito de la renta variable, la búsqueda del dividendo en España es una aceptable opción para los inversores en un punto cíclico de tipos muy bajos
La española ha sido tradicionalmente una de las Bolsas con mayor rentabilidad por dividendo de Europa (en torno al 4% anual ahora), y casi la mitad de los 35 valores que componen el índice selectivo Ibex abonan a sus socios un retorno anual del 5% o más. El dividendo es, por tanto, uno de los atractivos específicos del mercado de valores español, un instrumento al que se aferran los inversores más conservadores de entre aquellos que están dispuestos a correr el riesgo y los vaivenes de la renta variable. Aunque en los últimos años algunas grandes empresas han ensayado fórmulas muy heterodoxas de pago, como el scrip dividend para dulcificar abonos que en la práctica no suponían rentabilidad efectiva y en muchos casos ni siquiera desembolso por parte de las corporaciones, los dividendos siguen siendo el primer objetivo de infinidad de pequeños inversores que buscan la captura de una determinada renta regular para sus apuestas financieras.
Los pagos se han efectuado tradicionalmente dos veces en cada ejercicio, en los entornos de fin de año y el mes de julio, como si se tratase de réplicas de las pagas extraordinarias de los salarios por parte de las empresas. Este año, entre el pasado 20 de junio y el primero de septiembre al menos 24 cotizadas del índice selectivo Ibex 35 abonarán nada menos que 7.700 millones de euros, un 8% más que en el mismo periodo del año anterior. El avance sostenido de los números negros de las empresas permite este incremento de la remuneración, muy extendido en la economía española entre las compañías energéticas, de telecomunicaciones y financieras, y puede considerarse de aceptable generosidad si se compara con la desaparición de la rentabilidad nominal de los depósitos bancarios, que acaparan más recursos que las inversiones en renta variable en España, y que es doblemente atractiva teniendo en cuenta la práctica desaparición de la inflación en los últimos años (ahora está en tasa anual en el 0,4% en España).
Pese a tener que afrontar el riesgo implícito de la renta variable, la búsqueda del dividendo es una aceptable opción para los inversores en un punto cíclico de tipos muy bajos y de incertidumbre en los mercados financieros por los riesgos de un fin de ciclo en el crecimiento económico mundial. Pero cualquier empresa no es necesariamente una buena opción: el particular debe buscar empresas con beneficios recurrentes, con historial de abono a sus socios consistente, con posición de competencia limitada en su actividad, y sin lastres que cercenen sus beneficios, además de desarrollar el negocio en actividades ajenas al ciclo.