Cemex promueve una planta de hidrógeno a cambio del cierre de la cementera mallorquina de Lloseta
La iniciativa, valorada en 50 millones, cuenta con la colaboración del Gobierno balear y de Acciona, Enagás y Redexis
Del cierre de una cementera en la localidad mallorquina de Lloseta, anunciado en octubre del año pasado por el grupo Cemex, se ha pasado al plan de construcción de una planta de generación de hidrógeno en el mismo emplazamiento. La multinacional mexicana ha presentado esta mañana su proyecto Power to Green Hydrogen Mallorca, una iniciativa con la que busca cristalizar su compromiso con la reindustrialización tras decidir la clausura de su fábrica.
El ejecutivo balear y las empresas Acciona, Enagás y Redexis acompañan a Cemex en esta iniciativa para alimentar con energía limpia a vehículos de movilidad sostenible, hoteles de Alcúdia y Pollença y al polígono industrial de Inca.
La instalación alimentará con energía limpia a vehículos de movilidad sostenible, hoteles de Alcúdia y Pollença, y al polígono industrial de Inca
Power to Green Hydrogen Mallorca se encuentra actualmente en exposición pública, tras lo que se lanzará la tramitación administrativa. El proyecto abarca la generación, distribución y consumo de energía a partir de hidrógeno renovable obtenido mediante energía fotovoltaica. El presupuesto de la planta, con una potencia instalada de 10 megavatios (MW), es de 50 millones de euros. Los panales fotovoltaicos estarán en terrenos de la cementera.
La empresa ha señalado esta mañana que la futura planta evitará la producción de 16.000 toneladas anuales de CO2. El Govern balear, por su parte, ha calificado el proyecto de pionero en España y valora el objetivo de avanzar hacia la descarbonización de las Islas, con cero emisiones de CO2 en el horizonte 2050. La presidenta Francina Armengol también ha hablado de un nuevo paso hacia la diversificación de las fuentes de recursos económicos de Islas Baleares.
Reestructuración
Cemex anunció en octubre el cierre de su planta mallorquina de Lloseta y también de la almeriense de Gador, entre las más pequeñas de sus siete plantas en España. La medida venía acompañada de un expediente de regulación de empleo para sus 200 empleados. La multinacional aseguró entonces que buscaba asegurar la supervivencia del negocio en España, afectado desde que arrancó la crisis por una profunda caída de la demanda.
Este ajuste de producción coincidió con el anuncio de cierres en España por parte de Alcoa y Vestas, lo que avivó el debate de la dificultad de la industria para competir en este país.
En ese contexto, la Administraciones central y las autonómicas afectadas activaron la búsqueda de proyectos alternativos, en el caso de Gador y Lloseta junto a Cemex, para evitar la sangría motivada por la desaparición de fábricas ya con solera.