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Editoriales
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La banca debe administrar mejor el dividendo en un entorno de riesgos

Es necesario mejorar la eficiencia, pero también prepararse para afrontar las crecientes amenazas

CINCO DÍAS

Pese al notable esfuerzo realizado en los últimos años por el sector financiero tanto en términos de reestructuración del mapa de entidades como de saneamiento y recapitalización de los balances, los riesgos para el negocio bancario no han desaparecido del horizonte. Como señala el Banco de España en su último informe de sostenibilidad, las incertidumbres que amenazan la estabilidad del sistema financiero español no son cosa del pasado, sino que han aumentado en los ultimos seis meses. La banca se mueve entre un denso conjunto de escollos que incluyen el clima de desaceleración económica focalizado fundamentalmente en Europa y China, un entorno monetario de tipos de interés muy bajos que han estrechado considerablemente los márgenes del negocio, los crecientes conflictos geopolíticos a uno y otro lado del Atlántico y una regulación sumamente exigente en materia de capitalización y de solvencia. A ello hay que sumar el lastre de una dañina litigiosidad cuya factura está todavía abierta y que podría verse agravada, como advierte también el supervisor, por una nueva ola de conflictividad relacionada con la utilización del índice de referencia de los préstamos hipotecarios (IRPH) y pendiente todavía del criterio de la justicia europea.

El panorama que dibujan todos estos elementos no resulta luminoso y debería traducirse en una gestión del negocio prudente y eficaz, enfocada a mejorar la eficiencia pero también a prepararse para la hipotética materialización de cualquiera de estos riesgos. Es cierto que buena parte de esa tarea ya está en marcha, como lo demuestran los procesos de ajuste y redimensionamiento de las redes de oficinas y de personal que está acometiendo el sector –es el caso de los ERE que han abierto Santander y CaixaBank– o la firme apuesta por la digitalización.

Pero la coyuntura exige también repensar la generosa política de dividendos del sector, que se ha convertido en un suculento caramelo para el accionista, pero que supone una carga excesiva para un sector cuyo nivel de capitalización ha mejorado considerablemente, pero que debe todavía mejorar más. Como ha recordado con firmeza la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, la banca tiene que aprender a defraudar las expectativas de un mercado que se ha acostumbrado a ver su dividendo casi como una renta fija, así como a ajustar esa retribución a las necesidades orgánicas de capital de cada entidad. Porque, como en la vieja fábula, el invierno y las tormentas pueden llegar en cualquier momento y para hacerles frente hay que contar con reservas suficientes en el granero.

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