Debemos rejuvenecer el dinosaurio de la construcción
Pese al paro juvenil, no se encuentra mano de obra porque el sector ya no atrae a los jóvenes
La creación de empleo en la construcción vuelve a registrar ritmos del año 2000. Fue el sector que más puestos de trabajo generó durante el pasado año. Sin embargo, pese a que la tasa de paro juvenil aún supera el 30%, muchos puestos requeridos continúan sin cubrir.
La realidad es que la actividad de la construcción no atrae a los jóvenes, como demuestra el hecho de que sólo un 16% de sus trabajadores tiene menos de 35 años. Este dato ensombrece el futuro de un sector que en su conjunto representa cerca del 10% del PIB y que está falto de mano de obra cualificada y en fase acelerada de envejecimiento. Así pues, el dinosaurio debe rejuvenecer.
Cuando en una sociedad la edad media de la población supera ya los 43 años, los sectores económicos necesariamente van a envejecer. Así que por una parte hay menos gente joven y más formada que busca salida profesional en áreas y actividades en las que pueda satisfacer sus expectativas profesionales. Por otra, el talento será el factor diferencial de las empresas y, en términos agregados, de los sectores productivos. Por tanto, estos sectores deben tratar de implementar modelos de incorporación laboral capaces de responder a un nuevo perfil profesional que no sólo busca trabajo, sino realización, un factor intangible asociado a un mayor nivel educativo que, fundamentalmente, genera unas expectativas vitales, y por supuesto laborales, diferentes.
Por este motivo, debería ponerse en marcha una política sectorial que remarque que los profesionales asociados a este sector pueden poseer un notable valor añadido, en lo laboral, y renovar la imagen social de la profesión. El desprestigio social que se ha enquistado en torno a “la construcción” afecta sin duda y puede ser la antesala del hundimiento, y esta palanca sólo puede ser transformada en positivo si se actúa de forma corporativa y honesta.
Un sector envejecido resulta menos productivo y, por ende, menos competitivo; aunque también es cierto que la edad aporta estabilidad, experiencia, bagaje… En cualquier caso, el conocimiento que se irá perdiendo con las generaciones “seniors” podría conllevar abultados costes para las empresas, al margen de complicar el reciclaje profesional.
Y todo ello ya se traduce en una ralentización de los proyectos en marcha y, cada vez más, en un encarecimiento de los presupuestos. Pero además constituye un freno a la innovación, porque el reciclaje profesional se hace más complejo con la edad y porque la innovación en productos, soluciones y sistemas de la industria requiere de la existencia de especialidades laborales actualizadas y rejuvenecidas en edad y conocimiento. En esencia, existe el riesgo de una caída del valor añadido agregado en el sector por la dificultad de atraer mano de obra cualificada y la barrera que todo ello supone para la innovación en sistemas y procesos.
La escasez de mano de obra en nueva construcción puede derivar en la transformación del modelo constructivo hacia un modelo industrializado, sin duda más eficiente. Pero el valor de la construcción va más allá de la obra nueva.
La próxima década será la de la reforma, ese hermano menor al que nunca se ha prestado atención y que ya representa cerca del 80% del valor de los materiales de construcción en edificación residencial.
Pues bien, el comercio profesional de material de construcción, un modelo de proximidad especializado en ofrecer soluciones a necesidades concretas, tiene ante sí la oportunidad de ser el punto de contacto de la demanda final con el canal de la construcción. De ahí, la necesidad de fomentar el talento y de dignificar la profesión para reforzar la posición social de un sector llamado a cobrar una importancia decisiva en el canal de la construcción.
El sector de la reforma y las profesiones asociadas (reformistas, rehabilitación, fontanería, etc...) necesitan un nuevo marco de valor añadido que recoja la capacidad de ofrecer una solución individualizada a los requerimientos de cada hogar.
Por este motivo, hemos desarrollado un nuevo perfil profesional moderno: el asesor en reforma y construcción. Y de hacerlo de forma pública con la extensión del sello de calidad TUV-Rehinland de capacitación profesional en el marco de la ISO 17024.
Se trata de crear un profesional experto que dote de garantía a los proyectos de reforma aparentemente sencillos, pero que requieren de un buen asesoramiento, servicio y compromiso, enfocado a un fin: hacer que la reforma sea la palanca para mejorar el bienestar y confort de los hogares españoles. O lo que es lo mismo, trasladar al mercado la bondad que en términos de prestaciones la industria de la construcción ofrece a las personas.
Por cada puesto de trabajo en obra nueva se generan 1,5 en rehabilitación, por lo que la mayor actividad que originarán los asesores técnicos se traducirá en más empleo, y de mayor calidad. Asimismo, mejorará la cualificación de unos empleados que requieren actualizar su conocimiento para atender la nueva realidad que el mercado dibuja: más de la mitad de los inmuebles son anteriores a 1980 y en torno al 70% de las casas que se venden en nuestro país pasan antes o después por una reforma.
Y es que, a fin de cuentas, si la profesionalización y el rejuvenecimiento de la mano de obra constituyen los grandes retos del sector -según el informe del Observatorio Industrial-, la figura del asesor técnico está llamada a protagonizar el futuro de la construcción en España; que busca trabajadores, jóvenes y cualificados.
Sebastián Molinero es Secretario general de Andimac