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Análisis
Tribuna
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Energía eólica: la clave en la transición energética

La hoja de ruta para el futuro pasa por la construcción de turbinas más grandes, más potentes y más eficientes

CINCO DÍAS

La lucha contra el calentamiento global se ha convertido en un reto y una responsabilidad que deber ser asumida por gobiernos y empresas. La Agencia Internacional de la Energía advirtió este mes que las emisiones globales de CO2 en 2018 fueron las más altas desde que comenzaron los registros, dejando claro que es necesario actuar desde distintos frentes.

Para asumir este reto, el sector energético afrontará un verdadero cambio durante las próximas décadas, en las que el desafío será garantizar un suministro asequible, limpio y fiable. La importancia de este reto puede cuantificarse al observar que la generación de nueva energía de aquí a 2040 será mayor que la capacidad total actual. Esto implicará grandes inversiones, estimadas en más de 10 billones de dólares hasta 2040.

Las fuentes de energía tradicionales, como el carbón, están desapareciendo gradualmente en muchos países, mientras que el gas natural, aunque a precios competitivos, es un recurso que se está agotando. Afortunadamente, la energía renovable, y especialmente la eólica, está disponible de forma abundante y, ahora, compite con el gas en muchos lugares.

Alrededor del 12% de la electricidad que se consume en Europa procede de la eólica, y a partir de 2030, la Agencia Internacional de la Energía prevé que sea la fuente principal. En particular, la energía eólica marina, está despegando rápidamente, y se espera que un tercio de toda la electricidad de Reino Unido proceda de este recurso en 2030. Recientemente, las autoridades de este país han manifestado su respaldo a la Asociación para el Crecimiento de la Energía Eólica Marina, algo que la industria ha recibido con satisfacción al ofrecer seguridad para futuras inversiones. Mientras tanto, en Estados Unidos la propuesta para el presupuesto fiscal de 2020 enviada al Congreso incluye un programa “agresivo” para el desarrollo de la energía eólica marina.

Entonces, ¿cómo nos estamos preparando para este desafío? La hoja de ruta pasa por la construcción de turbinas más grandes, más potentes y eficientes. En la actualidad, ya existen aerogeneradores del rango de 10 megavatios, cuando hace una década la norma general era una décima parte de eso.

Pero no solo importa el tamaño. La industria eólica está trabajando en nuevos materiales para hacer que las nacelles sean más ligeras y duraderas; se están utilizando drones para controlar el estado de las palas y su mantenimiento y, lo que es más importante, se está aprovechando la tecnología digital para monitorizar las turbinas y gestionar su funcionamiento. En última instancia, las propias turbinas aprovecharán la digitalización para convertirse en máquinas “inteligentes” y adaptarse automáticamente a las circunstancias, como picos repentinos de viento, y anticiparse a cualquier inconveniente que pueda surgir.

En paralelo, se están dando grandes pasos en lo que hasta ahora se consideraba la principal desventaja del viento: no se podía almacenar. Hoy en día se están desarrollando baterías e incluso sistemas de almacenamiento a gran escala que utilizan el calor para alimentar turbinas de vapor, haciendo frente a este reto. Pero hay que tener en cuenta que los desafíos no son solo tecnológicos. Muchas turbinas eólicas en Europa se acercan al final de su vida útil. Su renovación brinda la oportunidad de modernizar la tecnología en emplazamiento óptimos ya instalados. Así, el fomento de la repotenciación será fundamental para alcanzar el objetivo europeo de obtener el 32% de la energía consumida a partir de renovables para el año 2030.

Los líderes gubernamentales y empresariales están estrechamente involucrados en un debate sobre cómo conseguir una economía limpia y sobre el papel que tendrá la eólica en un sistema energético integrado y eficiente. Este debate implica también debatir sobre cómo mantener el apoyo de los ciudadanos hacia las energías limpias, mientras las nuevas generaciones reclaman más acciones a los líderes actuales. Debemos atender su llamada.

Markus Tacke es CEO de Siemens Gamesa Renewable Energy

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