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Inteligencia artificial y negocio

Arquitectura de la información, creación de oportunidades, probidad y gestión de la transparencia, retos principales

No soy amigo de los cambios revolucionarios en la economía y la gestión de las organizaciones, porque –a menudo- se producen sin que podamos preverlos. Suceden y ya está. Sin importar la previsión, la anticipación o las capacidades adquiridas en las escuelas de negocios, llegan tanto el cambio como sus externalidades. En la conversación actual, el gran tema es el impacto de la inteligencia artificial en el progreso de las compañías, la velocidad de implantación o su grado de capilaridad, sus efectos la creación y destrucción de empleo o la lucha por el poder en la arena global. De momento, el conocimiento directivo sobre la inteligencia artificial es bastante abstracto: es el fenómeno y la palabra de moda, pero no llegan al gran público.

La incorporación de la inteligencia artificial a los programas de educación ejecutiva empieza a ser urgente, bien sea como contenido transversal o bien como curso electivo. Forma parte de la inteligencia directiva en relación con la dirección estratégica. En un mercado de información asimétrica, el corazón de las grandes decisiones globales contará con el apoyo de la inteligencia artificial para determinar el comportamiento financiero, para reclutar talento cualificado y no cualificado, para priorizar gastos, para reestructurar la cadena de suministros global, así como otras habilidades directivas y otras herramientas para la toma de decisiones estratégicas que conforman los mapas de poder en la empresa.

En mi análisis, considero que la inteligencia artificial afecta en la educación ejecutiva en cuatro órdenes, que son los siguientes.

Arquitectura de la información. La captura de datos no es un problema con los medios técnicos actuales. El problema reside en la capacidad de ordenarlos y relacionarlos unos con otros de modo que se genere información relevante convertible en conocimiento o en actos ejecutables. No se trata de competir con los GAFA en la captura, sino en el diseño de herramientas que permitan transformar dicha captura. Esta dimensión se conecta con la visualización de los datos, esto es, la capacidad de explicar con información gráfica y audiovisual dicha captura. La visualización facilita la toma de decisiones, e.g., con una presentación dinámica de los escenarios y las previsiones.

Redacción de informes, hechos relevantes y estados financieros. Esta documentación, de naturaleza pública, es el cimiento de las cotizaciones y valoraciones y uno de los instrumentos para la construcción de la confianza. La Gran Recesión ha demostrado el mal uso de información en multitud de ocasiones y aquí la inteligencia artificial tiene que servir para aminorar la interpretación creativa de los datos disponibles. Esta dimensión externa, contribuye a redactar informes robustos, sólidos y ajenos a las interpretaciones sobre futuribles. La automatización de informes incrementa la transparencia, orienta el buen gobierno y apuesta por la información consistente. En su plano interno, los informes apoyados con inteligencia artificial facilitarán mejor información en tiempo real. Nunca será una información completa y total, porque a dichas previsiones trimestrales les faltará el foco humano, el riesgo político y otros elementos de no mercado. En mi opinión, esto crea valor añadido a la misión directiva sobre el terreno.

La responsabilidad corporativa, la probidad, la reputación. La inteligencia artificial al servicio del buen gobierno descansa sobre la trazabilidad, la integridad de la información al servicio de los inversores, los clientes y otros stakeholders. Tales medidas no acabarán con la manipulación, la corrupción o el tráfico de influencias, pero sí elevará los estándares de gestión corporativa. Es un desafío de contenido ético antes que económico.

Inteligencia artificial y negocio. Es la transformación más sustantiva porque hablamos de oportunidades en industrias y sectores por crear, extender y consolidar. Aquí es donde más nos perjudica la información imperfecta porque en la innovación empresarial todo está por probar y descubrir. En aspectos concretos, interesa desarrollar una legislación flexible que no persiga el fallo y promueva un uso intensivo de inteligencia artificial para explotar los yacimientos de empleo, afrontar el capitalismo creativo y reestructure las políticas industriales en Europa. Desde la educación ejecutiva no podemos augurar el recorrido de esta o aquella tendencia, pero sí estamos preparados a aprender a pensar el nuevo entorno de innovación activa.

Ante los nuevos escenarios, aprovechemos la ola de la inteligencia artificial. Será una gran noticia.

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