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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Reformas y generosidad frente a la desaceleración del crecimiento

Las previsiones de la OCDE dibujan un EEUU sólido y una Europa que flaquea

La oleada de previsiones negativas sobre el crecimiento de la economía mundial que se han ido sucediendo a lo largo de los últimos meses sumó ayer una nueva entrega con el último informe de perspectivas que ha publicado la OCDE. El organismo ha corregido severamente y a la baja sus cálculos de noviembre para este año y el siguiente, especialmente en lo que se refiere a Europa y a las nefastas consecuencias de su divorcio con Reino Unido. Frente a una economía estadounidense que se mantiene robusta y resiste los efectos de un entorno global plagado de incertidumbres, las economías europeas afrontan escenarios de fuerte desaceleración, con un crecimiento de solo un 1% en 2019 en la región, lo que supone ocho décimas menos de lo que el organismo había anticipado en noviembre. Alemania e Italia son los dos países más afectados por esa ralentización del crecimiento económico, que en el caso italiano dibuja un 2019 directamente en recesión.

La exactitud de los números de la OCDE para Europa juega con una buena dosis de incertidumbre debido a la compleja ruptura entre Londres y Bruselas. Las previsiones del organismo parten de un Brexit negociado y escalonado hasta 2020, mientras califica únicamente de “gran choque adverso para Europa” la opción de una salida abrupta. El afán separatista de los británicos, o su defensa de la soberanía nacional, según se mire desde uno u otro lado del Canal de la Mancha, no es la única amenaza que explica el flojo crecimiento previsto para Europa. Los efectos de la guerra comercial, que también acusa China y resiste con firmeza su principal instigador, EE UU, se harán sentir sobre la UE, así como la creciente debilidad de la moneda única.

Las cartas que Europa puede manejar frente a ese horizonte de flujos y reflujos globales son pocas y ninguna es cómoda. Por un lado, mantener la firmeza con Reino Unido, pero al tiempo tratar de facilitar en lo posible una salida pactada que no golpee más de lo imprescindible a Londres y Bruselas. También es necesario impulsar de una vez por todas medidas de liberalización y reformas estructurales que llevan largo tiempo pendientes en la zona euro, así como abogar por una buena dosis de generosidad entre los Estados miembros. Como el propio informe de la OCDE recuerda, hay países con margen suficiente como para apostar por una inversión pública de la que se beneficiará el conjunto de la economía europea, como es el caso de Alemania. No son decisiones populares, pero sí son necesarias.

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