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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un ejercicio de responsabilidad e inteligencia para aprovechar el WMC

Debería quedar margen para limar roces y asperezas desde la colaboración política e institucional

Barcelona acoge, un año más, el Mobile World Congres (MWC), una de las más importantes citas tecnológicas del mundo, que convertirá a la ciudad en un enorme escaparate con las últimas tendencias de la industria. La edición de este año ofrecerá un amplio despliegue de smartphones 5G, móviles plegables e inteligencia artificial en una vertiginosa muestra de novedades que atraerá a empresas, consumidores y medios de todo el globo. Como recordaba hace unas semanas la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en la presentación de la imagen internacional de la ciudad, Barcelona aspira a ser una capital “que sobresalga internacionalmente de forma positiva”, un objetivo al que este gran evento tiene mucho que aportar.

La relevancia y la calidad empresarial, tecnológica y comercial del MWC resulta indiscutible, como también el rédito económico y de imagen que deja tras de sí. Las cifras de afluencia de público y de participación de empresas previstas para la edición de este año incluyen 120.000 metros cuadrados y 2.300 expositores. Más de 100.000 asistentes visitarán el congreso los próximos días y este generará unos 14.000 empleos temporales.

Cuestión distinta y bastante más dudosa es determinar hasta qué punto la recepción que en las últimas ediciones se ha proporcionado al MWC en Barcelona se corresponde con el enorme valor que tiene para la ciudad y para la industria digital en España. Si el año pasado la crisis desatada por el desafío soberanista en Cataluña llegó a poner en duda la continuidad de Barcelona como sede, una posibilidad que fue reconocida expresamente por la organización, este año la tensión política se mantiene, con amenazas de boicot por parte de los denominados comités de defensa de la república (CDR). A ello hay que sumar gestos de hostilidad y descortesía política e institucional, como la anunciada ausencia de Ada Colau y de Quim Torra, presidente de la Generalitat, de alguno de los actos de recibimiento al Rey. El conflicto del transporte ha proyectado también una sombra que no beneficia ni al congreso ni a la ciudad, con una huelga de Metro convocada y con la reciente salida de Uber y Cabify tras la aprobación de un decreto de la Generalitat claramente hostil a las VTC. Un sector que forma parte, paradójicamente, de las nuevas formas de negocio de la economía digital que tan bien representa el MWC.

A pocas horas de la inauguración del evento, debería quedar margen para limar roces y asperezas desde la colaboración y la responsabilidad política e institucional con el fin de que Barcelona proyecte internacionalmente lo que dice de verdad querer ser.

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