El aceite de oliva recurre al ‘blockchain’ para asegurar su trazabilidad
Varias empresas del sector trabajan con IBM para impulsar la transparencia de esta industria
De todas las áreas que se han visto salpicadas por las últimas tecnologías, quizá una de las que mayor margen de avance tiene ahora es la del mundo rural. El campo, tan lejos de los grandes centros industriales y tecnológicos, sigue en gran medida ausente de buena parte de la progresión lograda por las nuevas herramientas. Por eso, y para contribuir un poco más a la modernización del sistema productivo de estas regiones, varias empresas, gracias al soporte tecnológico de la multinacional IBM, se han unido para desarrollar un proyecto pionero dentro del sector olivarero.
Son las cordobesas Oleocano y Galpagro, capitaneadas a su vez por la consultora Rurápolis, especializada en la promoción de iniciativas de desarrollo sostenible en el mundo rural. El proyecto, conocido como Olivetrace, es “realmente rompedor”, en palabras de Miguel Ángel Molinero, socio director de la división de desarrollo rural de la citada consultora. La razón, argumenta, es que trata de llevar los beneficios de la tecnología blockchain a un mundo tan tradicional como el aceitero, en donde gran parte de los procesos siguen haciéndose de forma manual, con albaranes rellenados con un bolígrafo en una finca cualquiera, “y que en el mejor de los casos acaban registrados en un Excel de una almazara”.
En este sentido, señala, el objetivo de la iniciativa es “dotar a todo el proceso de elaboración del aceite de más transparencia, algo que beneficia tanto al propio agricultor como al consumidor final”. La idea es dejar constancia del origen de todas las partidas de aceitunas que intervienen en la producción de una botella de aceite, así como todas las operaciones del proceso, de tal forma que los clientes puedan tener la garantía del origen y calidades de lo que compran y consumen, “algo clave si se quiere poner en valor el aceite español frente al de otros países. Aseguramos la trazabilidad”.
Es aquí donde entra de lleno la tecnología blockchain, que funciona en base a una cadena de bloques “que conforman un libro de registro totalmente inalterable”, explica Javier Villarreal, de la división de desarrollo de negocio eHealth y agrotech de IBM. A esta información tienen acceso todos los miembros de la comunidad, que en este caso serían los propios agricultores, las almazaras, las cooperativas y las embotelladoras. De esta forma, y gracias a la cooperación de todos los protagonistas, “queda registrada la información al detalle de todo el proceso, desde el cultivo, la parcela, la variedad de aceituna, la utilización de fertilizantes, el paso por la almazara y el envasado”, añade.
Con todo ello, y después de que todos los operadores implicados confirmen y encripten la información, mediante una app, el consumidor final puede tener constancia de todo lo que atañe a la botella que ha comprado.
Pese a la gran cantidad de normativa comunitaria existente en todo lo relativo al sector agroalimentario, en el mundo del aceite “no hay toda la transparencia que debería”, asegura Molinero. Primero, porque interviene una gran cantidad de actores y la cadena es muy larga. Pero también porque en algunas ocasiones se mezclan varias partidas de aceituna y una botella puede llegar a tener más de un tipo de este fruto.
Esto, sumado a que cada vez hay mayor interés por parte de los consumidores “de conocer todo respecto al producto que están comprando, hace que la utilización de esta tecnología tenga gran potencial”. Sobre todo, incide el experto, en las empresas olivareras que empiezan a producir aceite de forma totalmente sostenible y que quieren dejar constancia de su esfuerzo. “En la cadena de bloques se pueden introducir todo tipo de datos. Además del tipo de aceituna, es posible certificar el uso de fertilizantes o insecticidas, así como las horas de tractor necesarias para producir un litro”, ilustra Molinero.
El proyecto piloto ya está operativo. “Han participado solo cuatro empresas porque era necesario simplificarlo al máximo, pero ya hay 10 almazaras interesadas y más de 20 agricultores para implementarlo”. Otra ventaja, asegura, es el coste que supone llevarlo a cabo. “Tenemos una estimación que ronda entre los 2 y 10 céntimos de euro por litro”. Más allá de esto, explica Villarreal, hay “un movimiento enorme en cuanto a la utilización de nuevas tecnologías en el sector agroalimentario. Nosotros también trabajamos con la incorporación de datos, la inteligencia artificial o el internet de las cosas”, asegura.