Unas cuentas en manos del alza de impuestos y de la resistencia del ciclo
El Gobierno ha elegido la opción de la distribución por encima de la generación
El Consejo de Ministros aprobó el viernes el primer presupuesto del presidente Sánchez, que pretende financiar, con una notable subida de impuestos, un importante incremento del gasto social, pero para el que no dispone, al menos a esta hora, del respaldo político suficiente para aplicarlo. Cuenta exclusivamente con el voto de los 84 diputados del Grupo Socialista del Congreso de los Diputados, pero deberá convencer también a sus socios parlamentarios de Podemos, con exigencias de última hora, y a los grupos nacionalistas e independentistas para pasar el filtro del debate de totalidad el día 12 de febrero, cuando probablemente tenga lugar el primer examen político real.
Son las primeras cuentas que, sobre el papel, se alejan definitivamente de la vigilancia europea, con un déficit fiscal estimado del 1,3% del PIB por imposición de la senda de déficit aprobada por el Parlamento a propuesta del ejecutivo de Rajoy, y que en paralelo pretenden inicial un proceso acelerado de redistribución de la renta nacional por ley, y no por la evolución natural de la actividad como en los últimos años. Para lograr un desempeño tan exigente en la consolidación fiscal como el estimado, y hacerlo compatible con la elevación citada del gasto hasta cifras récord en la mayoría de las partidas, el proyecto confía en un récord de recaudación en la mayoría de las figuras tributarias. Nada menos que 20.000 millones (casi un 10%) subirá la recaudación tributaria, que dependerá como nunca hasta ahora de que el ciclo alcista de la actividad conserve la salud, pese a que ya la previsión del Ejecutivo ha recortado el crecimiento del PIB hasta el 2,2%, la cifra más baja de los últimos cinco años.
Como nunca hasta ahora porque las aportaciones de las nuevas figuras tributarias tardarán en aflorar en la caja, ya que su aprobación es mucho más lenta que el propio Presupuesto, y porque los impuestos ya existentes pueden desacoplarse de las estimaciones hechas por Hacienda si el diseño del cuadro macroeconómico se ajusta a la realidad. La demanda nacional contrae su crecimiento de forma notable (del 2,9% de avance al 2,2%) y el consumo privado, también (del 2,3% de avance al 1,7%), coherentes ambos con una creación de empleo menos generosa que el año pasado y precedentes. Cierto es que la economía española sigue teniendo mejor desempeño que la UE, pero no menos cierto que podría abrir aún más el diferencial si la renta disponible de los hogares y las empresas, en vez de ralentizarse con más impuestos, se elevara sin ellos. Pero eso son opciones políticas, y el Gobierno ha elegido la de la distribución por encima de la generación.