El BCE comienza el año con la resaca de los bancos italianos
Tras la fuga de los directivos de Carige, el Banco Central Europeo ha nombrado a tres gestores que han de conseguir efectivo lo antes posible
El Banco Central Europeo ha comenzado el año con la resaca bancaria italiana. Los reguladores de Frankfurt han nombrado administradores temporales en la problemática Banca Carige después de que la mayoría de sus directores dimitieran. La medida sin precedentes parece ser el último intento desesperado de aprobar un pago de 400 millones de euros en efectivo a pesar de la oposición de Malacalza Investimenti, el mayor accionista del banco. Si eso falla, el siguiente paso podría ser la resolución de la entidad.
Carige, con sede en Génova y unos activos de unos 25.000 millones de euros, es la primera patata caliente para el presidente de la Autoridad Bancaria Europea, Andrea Enria. El BCE había acordado un plan de recapitalización con el director general de Carige, Fabio Innocenzi, que fue nombrado en septiembre. El prestamista obtendría 320 millones de euros mediante la emisión de un bono híbrido, seguido de la emisión de acciones.
Pero el plan, diseñado para evitar otra caída de la banca italiana, se esfumó justo antes de Navidad. Ha desaparecido gran parte de los 400 millones de euros que ha invertido Malacanza en Carige, y se negó a respaldar la nueva inyección de capital en una junta de accionistas el 22 de diciembre. De este modo, el coeficiente de capital ordinario de primer orden del banco se situó en el 10,8%, por debajo del 11,2% recomendado por el BCE.
Las dimisiones masivas de los directores de Carige que se produjo ha dado al BCE la oportunidad de ser creativo. El banco central ha utilizado sus poderes de intervención rápida con el fin de estabilizar la gestión del banco. Ha nombrado a tres administradores especiales, entre ellos Innocenzi, encargados de restablecer las necesidades de capital.
Sin embargo, esto es más fácil de decir que de hacer. Los tres administradores tienen el poder de convocar una nueva reunión para aprobar una llamada para pedir dinero en efectivo. Pero se hundirá si Malacalza, que controla más del 27% de Carige, sigue oponiéndose al plan. La falta de aumento del capital ordinario dificultaría el rescate del bono híbrido emitido el año pasado, que tiene un coste del 16%.
En el peor de los casos y si Carige no cumple con sus requisitos de capital, los bonos podrían convertirse parcialmente en acciones. Pero eso no contribuiría mucho a mejorar la rentabilidad subyacente del banco deficitario.
La única esperanza de Carige es la venta a un competidor más fuerte. De lo contrario, será difícil evitar una resolución que podría eliminar por completo a los accionistas y a los acreedores subordinados.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Belén Juárez, es responsabilidad de CincoDías