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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Invertir sin la red de protección del BCE; invertir sin adulterantes

La vigilancia asistida de la entidad seguirá, aunque con bastante menos intensidad.

Este mes el Banco Central Europeo comprará deuda soberana y corporativa de los Tesoros y las empresas europeas por valor de 15.000 millones de euros, hasta acumular en su balance nada menos que 2,5 billones de euros en títulos de deuda. Es la cantidad en la que se ha incrementado el volumen de dinero en circulación en euros para sacar a Europa de la crisis, 2,5 billones de euros de una expansión cuantitativa que la zona euro se resistió a activar, pero a la que se agarró tras haber ensayado inyecciones masivas de dinero a la banca casi a cambio de nada, sin contrapartidas, y tras haber bajado el precio del dinero a cero. Después de tres años largos de liquidez gratuita y abundante, Europa ha consolidado el crecimiento, aunque en tasas menos generosas de lo esperado y con riesgos de involución de la actividad y, más importante, ha desterrado el fantasma de la deflación, aunque la inflación generada sigue siendo más bien débil. Pero aunque la expansión cuantitativa finalice aquí, esa inmensa cantidad de dinero no se retirará del mercado, pues el recuperado con los vencimientos de los títulos adquiridos se reinvertirá también en nueva deuda soberana y de empresas. La operación, la vigilancia asistida, por tanto, seguirá, aunque con bastante menos intensidad.

Y en este nuevo escenario tendrán que operar los inversores, tanto de renta fija como variable. Ahora, retirados parte de los anabolizantes que mantenían sedado en parte al mercado, las condiciones cambian para los Estados, para las empresas y para los particulares. Es de esperar un repunte de las rentabilidades de los bonos, y, como contrapunto, una caída de sus precios, así como una mayor divergencia en función de los emisores de los bonos, con retornos más elevados en las economías menos sólidas y con más dependencia de los mercados financieros. Puede ser el caso de España, que debe ser compensado con un riguroso plan de control de las finanzas públicas y de reducción de la deuda.

Las empresas endeudadas apreciarán un repunte en sus costes de refinanciación y financiación de nuevos proyectos, aunque tiempo ha habido más que suficiente para adaptar los balances a condiciones soportables. Y tales condiciones tendrán reflejo inmediato en el valor de sus acciones, pues su cuenta de resultados deberá recoger también el sobrecoste de la financiación. En todo caso, un escenario de inversión sin adulteraciones, o al menos con menos dopaje, en el que las empresas de éxito tendrán el reconocimiento que merecen. Es ahora cuando empezará a verse, como comentaba siempre Warren Buffett, al bajar la marea, quién ha estado bañándose desnudo y quién bien protegido.

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