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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa camina demasiado lenta para consolidar la unión bancaria

Debe dejarse todo el círculo de soluciones cerrado para que no sean ni los presupuestos de cada país ni el activismo del BCE quienes tengan que soportar las crisis venideras

CINCO DÍAS

Cuando en 2008 la crisis financiera mundial estalló ante las narices de los supervisores bancarios de todo el planeta, Europa tenía apenas intelectualmente esbozado el proyecto de Unión Bancaria, que debía constituirse en el mecanismo que garantizase la estabilidad del sistema financiero en caso de insolvencia de grandes entidades. El proyecto del euro había arrancado con el siglo sin establecer tales medidas de protección, y aún hoy siguen solo construidos sobre el papel. En la cumbre del Eurogrupo que terminó en la madrugada de ayer los países miembros dieron algunos pasos necesarios, pero en absoluto suficientes como para considerar que hay un sistema seguro contra todo tipo de turbulencias bancarias. Europa siempre ha caminado demasiado lenta, porque las decisiones que tienen que tomar un conjunto de países, por homogéneos que sean y muy comunes que sean sus intereses, son necesariamente dilatadas. Pero no puede volver a ocurrir en el futuro que una crisis, que necesariamente será global porque tal consideración tiene el mercado financiero, pille a la zona euro sin disponer de los mecanismos de estabilidad necesarios para solventarla sin riesgos. Han pasado diez años de la gran crisis y el tiempo para que surja otra puede estar acabándose; las autoridades europeas tienen que acelerar sus decisiones en esta materia.

La Unión Bancaria Europea se construye sobre tres pilares que quedaron ya definidos en 2012, como son un Mecanismo Único de Supervisión, ya establecido en torno al Banco Central Europeo; un Mecanismo Único de Resolución, que entró en funcionamiento en 2015; y un sistema armonizado de garantía de depósitos, que sigue en construcción, porque los países no terminan de ponerse de acuerdo sobre cómo debe financiarse y qué contingencias debe cubrir, más allá de la garantía de 100.000 euros por persona y cuenta bancaria.

Esta semana se ha logrado un pacto sobre la creación de un mecanismo de choque para reforzar la Unión Bancaria, con un fondo de emergencia para atajar las crisis bancarias y fortalecer las competencias del fondo europeo de rescate, para el caso de que los recursos del Fondo Único de Resolución no fuesen suficientes si se presentase una crisis bancaria concreta, y evitar así cargar sobre un Estado miembro concreto, y sobre sus finanzas públicas, la solución al episodio crítico. Menos es nada; pero la situación aconseja disponer cuanto antes de todo el círculo de soluciones cerrado, de todas las herramientas ya diseñadas, para que no sean ni los presupuestos de cada país, ni el activismo del BCE con su balance y la disposición infinita de liquidez, quienes tengan que soportar las crisis venideras.

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