Sin ética peligra la inteligencia artificial
Los robots deben alimentarse con información que no discrimine al cliente por cuestiones étnicas o sociales La mayoría de las empresas considera necesario contar con un comité ético
La ética y los valores son los cimientos que sostienen a la mayoría de las organizaciones. El dilema surge ahora con la incorporación de la inteligencia artificial a los procesos de las empresas, que han de dotar de principios y de valores a toda la información de la que se alimenta esta tecnología. De hecho, las empresas ya están tomando nota de todo ello, y el 92% de las empresas considera prioritario capacitar a sus tecnólogos en ética, y el 63% cuenta con comités en este tipo de asuntos para revisar el buen uso de la inteligencia artificial.
De momento, es el 70% de las grandes empresas en el mundo que actualmente utilizan inteligencia artificial forman en ética a sus especialistas en la materia, según un informe de SAS. Del total de las organizaciones mundiales encuestadas, el 72% aplica en la actualidad inteligencia artificial en una o más áreas de negocio. Por ello, es necesario poner de relieve la importancia de contar con un marco ético sólido en torno al uso de esta tecnología, dado el impacto real que tiene ya en la vida de las personas. “Cuando hablamos de ética lo estamos haciendo de transparencia, de seguridad, de igualdad, de inclusión, de privacidad, y son esos valores los que se intentan mostrar dentro de esos planes de formación”, afirma Jesús Aguilera, director de soluciones de negocio de SAS en España.
En su opinión, es importante que cuando se utilizan este tipo de herramientas sean seguras, que los responsables de desarrollar estos sistemas basados en el dato lo hagan con unos criterios éticos. Esto implica que hay que enseñar a esas personas a que a su vez formen a las máquinas. “Hay que inyectar la ética a los algoritmos, de manera que si se solicita una hipoteca no se discrimine a esa persona por su edad, sexo o etnia”, afirma este experto, para quien un algoritmo nunca debe estar sesgado “por su condición racial o social”. Porque nadie aprende de manera automática, y mucho menos un robot, por lo que se debe alimentar con información y datos que se atengan a unos principios.
El experto de SAS distingue entre tres tipos de inteligencia artificial, como puede ser un nivel débil, en el que “estamos actualmente, como puede ser Siri, que nos responde a una serie de preguntas, o a la utilización de un coche de manera autónoma”. El siguiente escalón es el fuerte, donde entran en acción las máquinas que presentan inteligencia humana; y por último, las supermáquinas que aprenden de forma cíclica. “Hay mucho camino por recorrer, porque todavía estamos en la primera fase”.
Según los datos aportados por el informe sobre impulso, madurez y modelos de éxito de la inteligencia artificial, las empresas reconocen la fuerte conexión entre el uso de la analítica y el éxito de la inteligencia artificial. El 79 % del total de las empresas que la utilizan afirma que la analítica desempeña un papel importante o principal en los esfuerzos de automatización de su organización, en comparación con solo el 14 % de los que aún no se han beneficiado de su uso en la empresa.
Por ello es importante que las organizaciones cuenten con comités éticos, que definan el marco en el que desenvolverse, en el que también deberían estar implicados los gobiernos de los distintos países. “Es importante que las empresas tengan respeto por los clientes, por la gente. Todos tenemos una ética y esta debe estar presente en el diseño de los algoritmos, sobre todo para que tengan criterios de igualdad y de privacidad”, apunta Aguilera.