Brasil necesita cerebro, pero votará lo contrario
Bolsonaro, gran favorito en las presidenciales, debería anteponer la reforma de las pensiones a su autoritarismo
Jair Bolsonaro, exmilitar de extrema derecha, parece estar listo para ganar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del domingo en Brasil. Dar prioridad al difícil objetivo de la reforma de las pensiones por encima de las políticas autoritarias contra el crimen sería una manera mejor de abordar los problemas.
Las encuestas sugieren que el congresista, conocido por su incendiaria retórica sobre crimen, raza, mujeres y homosexuales más que por su labor legislativa, derrotará a Fernando Haddad, del izquierdista Partido de los Trabajadores, con casi el 60% de los votos. Haddad es el suplente de Lula da Silva, que cumple condena de prisión por soborno. Su partido ha ganado todas las presidenciales desde 2002, pero se le culpa de un escándalo de corrupción que manchó el sistema político, así como de una profunda recesión de la que el país apenas se ha recuperado.
El Partido Social Liberal de Bolsonaro obtuvo suficientes escaños en las legislativas del 7 de octubre para ser el segundo más grande de la Cámara Baja tras el de Lula. Eso y el tamaño probable de su victoria le darán un capital político significativo; la cuestión es en qué lo gastará. Con un déficit fiscal de más del 7% del PIB, la reforma del sistema de pensiones del país es obviamente necesaria: el presidente saliente, Michel Temer, se esforzó mucho pero fracasó. Sin embargo, el atractivo del populista Bolsonaro no está en su cerebro.
El temor legítimo de los votantes a la violencia impulsó gran parte de su ascenso. El crimen le cuesta a Brasil el 4,4% del PIB, según un estudio del Gobierno de Temer. Bolsonaro quiere flexibilizar las leyes sobre armas de fuego, reducir la edad penal y desplegar militares para combatir la tasa de asesinatos, que alcanzó un récord el año pasado, y es un 50% más alta que la de México. Ha apoyado abiertamente la tortura y más asesinatos policiales de criminales.
Hay formas de abordar el crimen que no implican baños de sangre. El crecimiento económico y el empleo sin duda ayudan. El estudio Temer recomendó una vigilancia preventiva más selectiva y basada en datos. Sao Paulo y Río redujeron en el pasado los homicidios con estos métodos. Los escuadrones de la muerte y la tortura no salvan países; la prudencia fiscal, quizá.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías