De la seguridad de los depósitos al riesgo de los productos alternativos
Los particulares deben someter a un examen muy detallado y riguroso cada uno de los productos que le ofrece su oficina
Las crisis transforman los sistemas productivos, pero también los comportamientos de las sociedades ante el ahorro y la inversión. Y la iniciada en 2007, por su profundidad y su duración, lo ha hecho de manera especial, ayudada en buena parte por el activismo monetario del Banco Central Europeo. El mantenimiento durante un periodo tan prolongado de los tipos de interés en el 0% ha cambiado los hábitos de los particulares, que han trasvasado muy buena parte de sus activos financieros desde el ahorro tradicional y conservador a la inversión más activa. De hecho, el pasado año, por vez primera en la serie histórica de la cuentas financieras de la economía que elabora el Banco de España, aparece como principal capítulo de los activos la inversión en fondos y en acciones, frente al efectivo y depósitos que tradicionalmente tenían reservado el primer lugar en el pódium. Por tanto, los tipos en el cero han enseñado a la gente a invertir su dinero, a asumir mayores riesgos en la búsqueda de mayores retornos que los que puede proporcionar un paupérrimo 0,07% que de media proporciona la banca española por los depósitos.
Tanto ha cambiado el comportamiento de la gente que en los diez últimos años se ha pasado de alojar en depósitos tradicionales el 19% de los activos financieros de los hogares a únicamente mantener en tal situación un 10% del activo, tomando más protagonismo las acciones, los fondos de inversión y los de pensiones. Este trasvase de recursos no ha sido una decisión exclusiva de los particulares: ha estado estimulada por la banca comercial, que buscaba también la complicidad de la clientela para cebar productos que disponen de elevadas comisiones, y arropar así sus cuentas de resultados. Así, productos estructurados, fondos de inversión perfilados o mixtos, o la simple apertura de una cuenta de valores para alojar una cartera de nueva creación han copado la actividad comercial de la banca en los últimos años, ahora con las exigencias de rigor informativo que conlleva la aplicación de la Mifid 2.
Pero los particulares deben someter a un examen muy detallado y riguroso cada uno de los productos que le ofrece su oficina antes de cruzar la línea que separa la seguridad de los depósitos tradicionales del riesgo de sus alternativas. Salvo que se trate de productos estructurados en los que no está en riesgo el capital, y solo puede ser variable la remuneración, en el caso de los fondos o carteras de acciones debe tenerse en cuenta que no solo se puede ganar rentabilidad, sino también perder capital.