España no puede permitirse perder competitividad
Los directivos de las empresas alemanas en España señalan que hay debilidades que corregir
Durante las últimas semanas, el mundial del futbol ha centrado buena parte de la atención pública en el ranking de competitividad futbolística de los 32 países que se clasificaron para los mundiales. En el terreno económico, hace pocos días fue presentado en Madrid el ranking mundial del World Competitiveness Center de este año, a cargo del prestigioso International Institute for Management Development (IMD) de Lausanne.
Según este ranking, España habría perdido dos posiciones, pasando del puesto 34 al 36 entre los 63 países del listado, las mismas posiciones perdidas por Alemania, que habría caído del puesto 13 al 15. En el caso español, este descenso contrasta con la escalada de 11 puestos iniciada en 2013, como consecuencia de la introducción de importantes reformas económicas. El ranking de competitividad del IMD se centra en cuatro factores: situación económica, eficiencia del sector público y privado y, por último, las infraestructuras, entre las que se incluye la educación. Parece ser que la dinámica favorable de los años pasados se ha estancado pues.
Antes de hacer algunos apuntes sobre ciertos aspectos de la competitividad económica española, quisiéramos presentar aquí primero una reflexión más de fondo. En el ámbito de la discusión sobre leyes de economía empresarial y de política económica, existe una ley natural de constante búsqueda de mayor competitividad de la empresa, sector, país o región, para garantizar de alguna forma el porvenir del sujeto en cuestión. En el fondo, el tan manido concepto de competitividad en lo económico no deja de ser una derivada del instinto de supervivencia que nace en el marco de una constante lucha, con las limitaciones impuestas por la realidad y por la existencia de otros depredadores, que se disputan el mundo, lucha que ha acompañado al ser humano como individuo desde los albores de la humanidad.
Esta competitividad viene determinada por condicionamientos y actuaciones heredados. Pero es igualmente evidente, que el futuro como personas, empresas y culturas, se construye a través de actuaciones u omisiones personales, empresariales o políticas de los que nos hacemos responsables hoy.
Por otro lado, esta lucha también viene condicionada por la tendencia innata del ser humano hacia su autorrealización, donde descubre que, superándose constantemente e integrando al prójimo menos aventajado en esta carrera, alcanza mayores cotas de felicidad, de bienestar espiritual y material. Siendo así, en la azarosa lucha por la mayor competitividad, las personas están llamadas a integrar y equilibrar dos retos: resultar victorioso en el empeño de ser competitivo y, al mismo tiempo, seguir siendo personas o entidades que en su proceso de autorrealización descubren que, si quieren realmente ser exitosos, deben ser solidarios con el porvenir exitoso de los demás. Este principio es válido tanto para la empresa como la política.
En un difícil equilibrio entre estos dos cometidos, debemos ser conscientes y suficientemente humildes, para entender y aceptar que la lucha diaria por tomar decisiones adecuadas será siempre una “gestión de lo imperfecto”, en línea con las reflexiones del pensador y consultor de empresas Javier Fernández Aguado. Intentar convertir sueños nacidos desde alguna ideología en realidades sociales puede hacer que lo que eran sueños se revelen como pesadillas que lastren la competitividad futura y tampoco favorezcan la autorrealización real del hombre.
¿Qué significa todo esto para la competitividad española?
En su encuesta sobre aspectos claves de competitividad española, desarrollada a principios de año entre los directivos de las empresas alemanas en España, configurado por un tejido de alrededor 2.000 firmas, la Cámara de Comercio Alemana para España llega a conclusiones muy similares a las recogidas por el Círculo de Empresarios en la quinta edición de su Barómetro de los Círculos publicado en el mes de julio. Queremos destacar aquí algunos aspectos que el IMD encuadraría en el aspecto “eficiencia administrativa” e “infraestructuras” y que consideramos particularmente relevantes.
Entre las debilidades que pone de relieve la encuesta de la Cámara Alemana, se destacan las deficiencias en la formación secundaria y la formación profesional, así como las ineficiencias de las Administraciones Públicas, incluyendo aquí los problemas de unidad de mercado en el marco de un modelo de Estado de autonomías descentralizado. Pasa también factura a la valoración competitiva del país la incertidumbre política relacionada con la problemática catalana y la precaria estabilidad política del Gobierno de la nación. En la otra cara de la moneda, el mercado laboral mejora las calificaciones obtenidas en ediciones anteriores de la encuesta gracias a las reformas acometidas en años pasados y la relación con los sindicatos con el trasfondo de muchos convenios firmados con los representantes de los trabajados ajustados a la realidad de la empresa. El ordenamiento fiscal recibe notas satisfactorias.
El nuevo Gobierno recientemente ha tomado posiciones en algunos de los temas planteados. Que el Ministerio de Educación haya pasado a ser ahora el Ministerio de Educación y Formación Profesional es cuando menos una señal de la importancia que la cuestión de una formación profesional de calidad y práctica tendrá en el Ejecutivo. También es un signo positivo el nuevo papel asumido por la industria en el ahora Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. El intento de acercar posiciones con el actual Gobierno de la Generalitat catalana deja lugar a cierta esperanza de que la inestabilidad política deje de ser un lastre para la competitividad internacional del país en su lucha permanente para fidelizar y atraer nuevas inversiones. Por otro lado, preocupan los indicios de que la reforma laboral acometida con mucho esfuerzo en años pasados pueda sufrir una involución en temas como una mayor libertad para acuerdos de empresa.
Lo mismo pasa con algunos cambios planteados en el sistema fiscal y de financiación de la Seguridad Social que aumentarían sustancialmente la presión fiscal de las empresas y principalmente detraería renta de los consumidores. La competitividad futura de nuestro país se construye con las decisiones políticas de hoy.
Francisco Javier González Pareja es Presidente de la Cámara de Comercio Alemana para España