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El REAF advierte de la “dificultad técnica” de fijar un tipo mínimo de sociedades del 15%

Ven improbable que la aportación del impuesto se eleve del actual 2,5% del PIB 727 grandes empresas, el 0,2% de las que lo pagan, aportan el 50% de la recaudación

Impuesto de Sociedades en España
Juande Portillo

El plan del Gobierno de fijar un tipo mínimo del impuesto de sociedades para que las empresas, cuyo beneficio está gravado con un tipo general del 25%, no puedan aplicarse deducciones que rebajen esa cifra por debajo del 15%, no será fácil de poner en marcha. Así lo advierten desde el Registro de Economistas Asesores Fiscales de España (REAF). “Supone una dificultad técnica muy elevada”, advertía este martes el secretario técnico del REAF, Luis del Amo, durante la presentación del informe Declaración de sociedades 2017 y novedades 2018, elaborado por este órgano del Consejo General de Economistas de España.

Del Amo alertó de que, entre otras cosas, el anuncio del Gobierno podría incidir sobre los convenios internacionales que España tiene firmados con otros países en el caso de grandes compañías con presencia en el extranjero, que podrían acabar sujetas a una doble imposición. Para el REAF, lo adecuado sería apostar por un acuerdo europeo, o global, para establecer un tipo mínimo equitativo.

El REAF denuncia además que los continuos cambios que se vienen realizando en el impuesto de sociedades, más de 200 en la última década según sus cálculos, generan una fuerte “inseguridad jurídica” que “desincentiva a los inversores nacionales y foráneos”. Un efecto que se vería potenciado por un alza de impuestos, que incentiva la “deslocalización de los beneficios empresariales” en un mercado global en el que hay territorios fiscalmente más amables.

Actualmente, en todo caso, el REAF destaca que la presión fiscal que España aplica a las compañías privadas está en línea con la del entorno europeo. El tipo general español, del 25%, está por debajo del 44,43% de Francia, del 35% de EE UU o del 29% de Grecia, y por encima del 24% de Italia, el 19% de Reino Unido, el 12,5% de Irlanda o el 8,5% de Suiza.

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“No hay propuesta en papel para opinar. Es difícil de valorar”, expuso por su parte Valentín Pich, presidente del Consejo  de Economistas, sobre el nuevo paquete de medidas fiscales anunciado por el Ejecutivo de Pedro Sánchez, que más allá del tipo mínimo de sociedades incluye un impuesto a la banca, la implantación de un gravamen a los servicios de las grandes compañías tecnológicas (tasa Google) o la creación de impuestos ambientales. “Ojo con la exuberancia de imaginación fiscal” a la hora de crear nuevas figuras impositivas, alertó Pich, sosteniendo que “esto hay que hacerlo coordinado” en el marco de la Unión Europea y con el objetivo de ordenar también los diferentes impuestos autonómicos y locales.

Más allá, el informe del REAF refleja que el impuesto de sociedades español concentra la presión fiscal sobre las grandes empresas. De hecho, solo entre 727 compañías, el 0,2% de las que lo abonan, acaban aportando el 49% de todo lo que recauda el Estado. Se trata de las empresas que ingresan más de 180 millones de euros al año, y que aportan 11.533 de los 23.310 millones de euros que ingresan las arcas públicas españolas por el impuesto de sociedades.

Es más, de los 1,4 millones de compañías que deben presentar una declaración, solo una cuarta parte, 361.003, acaban pagando, ya que el grueso de sociedades no obtiene beneficios que gravar o directamente están en concurso de acreedores.

El monto recaudado por sociedades creció un 6,8% en 2017 respecto al año anterior. Y aunque viene incrementándose desde los 18.713 millones de 2014, la rebaja desde el récord de 2007 (44.823 millones) es del 48,4%. Desde el REAF consideran que aquel fue el culmen de la burbuja y que se trata de una cifra excepcional que no volverá al alcanzarse.

“A pesar de que se han incrementado mucho los beneficios de las compañías, no se incrementa la recaudación. Y eso a pesar de que el Estado ha tomado medidas excepcionales”, concluye el presidente del REAF, Jesús Sanmartín, en referencia a las restricciones a la compensación de pérdidas, la limitación de las deducciones por doble imposición, la imposibilidad de deducir deterioros o el fuerte incremento de los pagos fraccionados.

Esta incapacidad de elevar los ingresos por sociedades se achaca a las fuertes pérdidas acumuladas por las empresas durante la crisis, que ahora las están compensando, y a la internacionalización de las grandes compañías, que tributan fuera por el beneficio logrado en el extranjero. “El impuesto no va a crecer mucho más”, asume Sanmartín, que indica que será complejo que supere la cota actual de aportación, cercana al 2,5% del PIB, en línea con los países del entorno.

Las deducciones

El tipo efectivo. Aunque el tipo general del impuesto de sociedades en España es del 25%, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, alertó la pasada semana de que el tipo efectivo que pagan las compañías se reduce al 12% gracias al amplio abanico de deducciones del que se pueden beneficiar. De ahí, expuso, que el plan del Gobierno sea topar a un tipo mínimo del 15% el recorte de gravamen que las empresas puedan lograr con esas deducciones. No falta quien plantea que una alternativa sería reducir el volumen y calado de las deducciones existentes. Pero esta no es la postura del Registro de Economistas Asesores Fiscales de España (REAF). “Es un lugar común decir que el impuesto de sociedades está lleno de incentivos”, expuso este martes el secretario el secretario técnico del REAF, Luis del Amo, aseverando que “se han podado ya muchísimo todo tipo de deducciones en el impuesto”. El análisis realizado por el Consejo de Economistas indica que las deducciones más importantes se centran en los vehículos de inversión colectiva, “con los que todos ahorramos”, o el I+D+i (Investigación, Desarrollo e innovación), que todo el mundo asume que es importante potenciar.

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