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Jonas Schneider: "Si el precio fuera determinante, no fabricaríamos en China”

El emprendedor defiende prendas para las mujeres del siglo XXI En 2017, su quinto año en activo, facturaron 5,9 millones de euros

Juan Lázaro

Anonyme nació en 2012, cuando Jonas Schneider (Zúrich, Suiza, 1979) conoció a su actual socio, Alessandro Pulcini, quien le había pedido asesoramiento para distribuir una pequeña colección en Italia. Schneider, que estaba especializado en la expansión de empresas del sector de la moda, se quedó impresionado con sus diseños. “Me enamoré de los vestidos, me parecieron espectaculares, así que le propuse no limitarnos a una distribución en Italia, sino crear una marca global”, relata el director general de una marca que cerró 2017 con una facturación de 5,9 millones de euros, y que presume de haber sido rentable desde el primer día.

R. Empezó como gerente de exportaciones en Desigual, ¿qué aprendió allí que utilice ahora en Anonyme?
R. Creo que Desigual es una empresa genial. Cuando yo trabajaba allí, tenían una parte muy familiar, muy humana, muy dedicada a las personas, pero al mismo tiempo, una clara vocación internacional y ningún miedo a lanzarse. Esto último era algo desconocido para mí porque en Suiza medimos cada paso. Este coraje me gustó muchísimo y es lo que me llevé de Desigual. Además de las personas que había trabajando, un equipo con muchísimo talento.
R. ¿Por qué fue Barcelona la segunda sede de Anonyme?
R. Mi socio es de Roma (Italia) y teníamos claro que queríamos un pie allí por la parte del diseño y de la creatividad, deseábamos una marca con ADN italiano y la primera sede no podía ser otra. Al mismo tiempo, queríamos una ciudad un poco más internacional, un lugar más sencillo a nivel de negocio de lo que es Italia. Como yo había vivido en Barcelona, me pareció la apuesta más lógica, también para aprovechar la vocación internacional que mencionaba. Casi desde el inicio tuvimos esta doble sede, creatividad y diseño en Italia; expansión, logística y finanzas en Barcelona.
R. ¿Cómo surgió el nombre de la marca?
R. Nos daba la sensación de que en este sector ya había suficientes diseñadores que utilizaban su propio nombre, su personalidad y su ego. Nuestra forma de ser nos motivó a hacerlo de manera diferente, nos veíamos un poco como sastres del 2013, como gente que está al servicio de quien se va a poner la prenda. Consideramos que el protagonista no debe ser quien diseña la ropa, sino quien la lleva y cómo se siente al hacerlo. Con la filosofía de quedarnos en la sombra en mente, nació anonyme, que es la palabra francesa para anónimo.
R. ¿Cómo es la mujer Anonyme?
R. Alguien que ya ha entrado en el mercado laboral, que ha desarrollado su personalidad y tiene claro lo que le gusta y lo que no. Una mujer muy del 2018. Hoy en día la gente tiene vidas muy intensas: son mujeres, trabajan, son madres, tienen ambiciones personales y profesionales, quieren disfrutar de la vida,... ¡y todo esto dentro de las horas que ofrece el día! Todo lo que hacemos está orientado a esa mujer, prendas versátiles que, como se dice en inglés, puedes dress up o dress down, es decir, que añadiendo una prenda diferente se pueden hacer más elegantes o más informales. Eso es lo que nos gusta de Anonyme, que no te tienes que cambiar tres veces al día, sino que puedes pasar de la oficina al afterwork, del afterwork a una cena, y seguir sintiéndote cómoda. No es ropa que te obligue a adaptarte a lo que llevas, sino que se adaptan a ti.
R. Tienen dos sedes en Asia, ¿por qué es tan importante ese mercado?
R. Al principio no fue una apuesta por el mercado, sino por el producto. Desde el inicio, nuestro principal objetivo fue conseguir un género del que pudiéramos estar orgullosos, tanto a nivel de diseño, como de calidad, de entrega,... y para tener eso vimos que era muy necesario tener un control muy cercano de la producción. Y como fabricamos la mayor parte de las colecciones en Asia, lo más lógico era montar oficina en Hong Kong y en China, para estar al lado de nuestros proveedores.
R. Y es más asequible...
R. La verdad es que si el tema precio fuera el elemento determinante, probablemente no fabricaríamos en China. Allí pueden tener sueldos muy similares a los que hay en España. Para nosotros, China nunca ha sido una forma de conseguir el precio más barato, si lo hubiera sido, lo más seguro es que nos hubiéramos ido a otros países, pero allí tenemos la posibilidad de hacer en un único lugar toda la colección completa con una estructura relativamente pequeña. Es un país que ha hecho pasos de gigante, tanto a nivel textil como de mano de obra cualificada.
R. Trabajan con márgenes tan grandes para los distribuidores que a veces ganan más que ustedes con la venta de una prenda, ¿por qué se tomó esa decisión?
R. Lanzamos la marca en uno de los momentos más difíciles de la crisis, y precisamente España e Italia fueron de los países que más azotó. Nosotros teníamos claro que si queríamos crecer, debíamos dar algo más, teníamos un buen producto, un buen servicio, pero había que pensar también en los negocios y ofrecer algo apetecible a las tiendas además de las prendas. Así creamos un modelo de negocio donde damos a nuestros socios la posibilidad de ganar dinero también.

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