Iván Alvarado: “Los suelos modernistas ya no se cubren con parqué”
Es el fundador de Mosaista Diseña baldosas hidráulicas de colores y diseños infinitos
El diseño le viene de familia, pero a diferencia de su padre, que se centró en la moda, a Iván Alvarado (Alicante, 1975), ese mundo siempre le atrajo más desde la óptica del interiorismo. Por eso, en 2002 fundó Mosaista, un taller que elabora, una por una, y con la técnica artesanal de finales del siglo XIX, baldosas hidráulicas de colores y diseños infinitos. Por entonces, su entorno no entendió que se lanzara a un oficio prácticamente en extinción y con poca salida en el mercado. Él, en cambio, estaba convencido: quería “darle una vuelta” a las baldosas que recordaba de su infancia y mezclar la artesanía tradicional con el diseño más contemporáneo. Visionario o no, lo cierto es que hoy estos mosaicos coloridos se han vuelto un reclamo de arquitectos y decoradores. “Han pasado de ser un material completamente olvidado a estar de moda y ser tendencia”, destaca Alvarado, ataviado con una boina roja.
En su local, situado en pleno barrio de las Letras, en Madrid, las baldosas hexagonales de una gama de grises cubren el suelo, pero también las estanterías de metal, donde se exponen decenas de modelos distintos. A él se asoman particulares que buscan darle un toque vibrante a los baños o cocinas de sus hogares, aunque el grueso de la demanda viene de locales comerciales y restaurantes. Sus clientes pueden eligir entre más de 500 dibujos y 140 colores para crear modelos totalmente personalizados y exclusivos, cuyo coste ronda entre los 40 y los 130 euros el metro cuadrado. Los últimos diseños de Mosaista cubren hoy el suelo de las 20 plantas de las oficinas de Bankia en las Torres KIO, uno de los locales de Triodos Bank o el hotel Petit Palace de Malasaña.
“Desde hace unos siete años ha habido un cambio muy notorio y ha sido la creciente importancia de poner los sitios bonitos”. Hasta entonces, señala, los locales comerciales en Madrid no se preocupaban por la estética, algo que ahora sí se toman en serio y que se ha traducido, entre otros, en la recuperación del hidráulico o de maderas antiguas.
Este cambio, prosigue, no solo ha sido hacia lo estético, sino hacia la concienciación de preservar materiales nobles a los que antes no se les daban ningún valor. “Hasta hace muy poco, si la gente se encontraba este tipo de suelo, iba directo a la basura o se tapaba con parqué, pero ahora nos llama para que lo recuperemos”, cuenta, al tiempo que incide en la resistencia de un material compuesto por cemento, mármol y pigmentos y “hecho para durar toda la vida”. Y es que, además de fabricarlas, a su taller llegan baldosas de más 120 años que, una vez restauradas, “pueden durar otros 100 más”.
El hidráulico, típico de la zona del Levante y Cataluña, gozó de un gran esplendor durante el modernismo, pero cayó en el olvido en los sesenta cuando quedó desbancado por el terrazo, un material de producción industrial y mucho más barato. Con ello, fue desapareciendo el oficio, y cuando Alvarado quiso recuperarlo, apenas había en España seis artesanos dedicados a ello, la mayoría reticentes a compartir su saber. Hasta que se topó con Miguel Adrover, un artesano menorquín de quien estuvo aprendiendo la técnica de prensado artesanal durante dos meses. Y de Menorca al mundo. Pese a que su mercado está en España, empieza a abrirse al exterior: Estados Unidos, Holanda o Costa Rica ya le han hecho un hueco.