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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Unas cuentas públicas sujetas al bien común y no a los intereses de parte

La economía española necesita que el Gobierno apruebe el presupuesto y agote la legislatura

CINCO DÍAS

El proyecto de presupuestos de 2018 afronta este viernes, fecha en que finaliza el plazo de presentación de enmiendas a la totalidad, su primera prueba de fuego, la que determinará si el texto cuenta con el apoyo parlamentario necesario para salir adelante o si será derrotado y devuelto al Gobierno. Para neutralizar la oposición del PSOE, Unidos Podemos, ERC, PDECat, Compromís, Foro Asturias y EH Bildu, que presentarán enmiendas a la totalidad, el Gobierno debe asegurarse un respaldo que de momento no termina de concretarse, al menos sobre la arena de la escena política. De ese apoyo dependen unos presupuestos que, como recordó ayer Mariano Rajoy, incluyen un aumento de la inversión, pero también la continuidad de la legislatura.

La principal duda sobre la artimética parlamentaria que el Ejecutivo necesita es la postura de un PNV que sigue instalado en la ambigüedad política, pese al evidente interés que la formación tiene en que el texto sea aprobado. Aunque los nacionalistas vascos han aireado que no apoyarán las cuentas del Estado mientras se mantenga la intervención de la Generalitat de Cataluña, el fracaso de los presupuestos supondría para ellos frustrar la fuerte inyección de inversión pública que el texto contempla para el País Vasco. Un desenlace muy difícil de explicar a los votantes de la formación, más aún cuando de la aprobación de las cuentas depende la subida del 3% de las pensiones mínimas, el incremento salarial del 1,75% para los funcionarios o la rebaja del IRPF para aquellos que ganen menos de 18.000 euros al año, entre otras medidas. Tanto, que el PNV empieza a allanar el camino a las cuentas públicas renunciando a la enmienda a la totalidad.

La economía española, en plena recuperación, necesita un Gobierno capaz de acabar la legislatura y un presupuesto que resulta imprescindible para acometer el programa de inversiones que España necesita. Vincular la normalización de la situación política en Cataluña con el respaldo a las cuentas de 2018 supondría dejar, una vez más, la estabilidad política española sometida a unos intereses que no se corresponden en absoluto con el bien común y que no deben seguir condicionando ni un día más el futuro del país.

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