Un tecnócrata apasionado por la arquitectura releva a Guindos
Su principal reto será saltar a la arena del debate público y someterse al escrutinio y las diatribas parlamentarias Su carrera en el sector público ha estado muy ligada a la suerte electoral del Partido Popular
Trato afable, sentido del humor a prueba de preguntas incómodas y conversación inagotable definen a Román Escolano (Zaragoza 1965), nuevo ministro de Economía. Pero tal vez el rasgo que él mismo destacaría sería su pasión cultural, alimentada sin descanso en sus destinos laborales (Madrid, Luxemburgo) o en las decenas de países que ha visitado como vicepresidente del Banco Europeo de Inversiones, donde ha sido responsable, entre otras cosas, de las operaciones de Financiación en España, Portugal, el Magreb (Marruecos, Argelia y Túnez) y toda América Latina.
Su principal reto como ministro de Economía, aparte de las dificultades propias del cargo, será saltar a la arena del debate público y someterse al escrutinio y las diatribas parlamentarias. Un campo minado ajeno para un tecnócrata que recorre los meandros del poder desde hace 20 años (entre 2000 y 2004 llegó a ser director del departamento de Economía del gabinete del presidente del Gobierno José María Aznar) pero que hasta ahora apenas se había expuesto a la agotadora luz de la opinión pública.
Su carrera en el sector público ha estado muy ligada a la suerte electoral del Partido Popular, que le facilitó el acceso a los consejos de administración de empresas públicas como Correos, ICEX y FEVE. La victoria electoral de los socialistas de Rodríguez Zapatero en 2004 le desalojó de esos cargos y se pasó al sector privado (BBVA) de donde sería repescado tras la llegada de Rajoy a la Moncloa en 2011.
Escolano también llegó al BEI en 2014 por una oscura carambola de pasillo que acabó con la vicepresidenta del banco Magdalena Álvarez, empujada a dimitir por el Gobierno de Mariano Rajoy, muy en particular por Luis de Guindos, tras su imputación en firme en el fraude de los ERE en Andalucía. La abrupta sucesión no era una buena carta de presentación para el recién llegado.
El aterrizaje del hasta entonces presidente del ICO (2012-2014) coincidió, además, con uno de los momentos más bajos de la reputación de España en la Unión Europea, con el rescate de la banca española recién concluida.
Pero Escolano logró integrarse en el brazo financiero de la UE, donde ha pasado desapercibido en el buen sentido de la palabra. Por lo pronto, Portugal (que comparte el puesto del BEI con España) aceptó que el mandato fuese de seis años, sin descontar el tiempo ocupado por Álvarez. Y una vez en Luxemburgo, Escolano, licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, se granjeó una fama de técnico serio y riguroso que le ha permitido congeniar con el presidente del BEI, el liberal alemán Werner Hoyer.
Vitalista incansable, Escolano se instaló en Luxemburgo con un entusiasmo por el pequeño país que pocos de los eurócratas obligados a trasladarse allí comparten de entrada. En poco tiempo, logró un sorprendente conocimiento de los rincones históricos del Gran Ducado (marcados dramáticamente por la II Guerra Mundial), descubrió las peculiariedades de un país que cuida con mimo su lengua vernácula para no ser asfixiada por el francés y el alemán, y se deslumbró con la vocación religiosa de un país que optó por la inmigración de portugueses porque los consideraba católicos fervientes. Y, por encima de todo, su pasión por la arquitectura, hacia la que volcó la Fundación cultural del ICO con unas exposiciones que sigue considerando como uno de sus grandes logros más allá de los números del banco.
La llamada de Rajoy para sustituir a Guindos pone fin a tres años y medio de Escolano en el BEI, un período en el que ha tejido numerosos contactos en las instituciones europeas. Hace solo una semana realizaba una de sus muchas visitas a Bruselas para reunirse con miembros de la Comisión Europea. Esa red puede serle de mucha utilidad para un Ministerio cuya tarea clave es lidiar con la Comisión y con el Eurogrupo (consejo de ministros de Economía de la zona euro).
Como vicepresidente del BEI, Escolano también ha prestado especial atención a la orilla sur del Mediterráneo, puerta de la inmigración irregular hacia Europa y potencial foco de inestabilidad geopolítica muy peligrosa para España. Túnez, espoleta de las primaveras árabes, ha sido objeto de un gran cuidado, y Cinco Días pudo acompañar a la delegación del BEI que, encabezada por Hoyer y Escolano, asistió en 2016 a una multitudinaria conferencia de inversores para intentar revitalizar un país atenazado por el terrorismo yihadista.
Durante el viaje, marcado por las medidas de seguridad frente a la amenaza yihadista, Escolano hizo gala de su optimismo habitual y se esforzaba por convencer a propios y extraños sobre las incontables posibilidades económicas de Túnez. Una capacidad de persuasión que este Técnico Comercial y Economista del Estado deberá ahora poner al servicio del Gobierno de Rajoy para convencer a las instituciones europeas y a los inversores mundiales de que la economía española es una apuesta fiable y rentable.