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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El modelo de pensión complementaria da señales de agotamiento

El tratamiento como renta del trabajo del dinero invertido y su rentabilidad son un desincentivo para los partícipes de fondos

CINCO DÍAS

Los cálculos adelantados tras la campaña de 2017 por la asociación de gestores de fondos de inversión y fondos de pensiones (Inverco) aseguran que la tesorería de Hacienda empieza ya a ingresar una cantidad razonable por los pagos realizados por los partícipes de los fondos de pensiones por los rescates de sus participaciones al jubilarse, dado que tales rescates superan ya en cantidad contante y sonante de dinero a las nuevas aportaciones realizadas por los particulares por sus fondos y planes destinados a complementar el retiro. Es una circunstancia que se ha producido ya en años anteriores y que parece haberse convertido en estructural, una vez que el periodo de maduración de los planes ha tornado ya a muchos de sus titulares en pasivos.

Inicialmente, en los años de la crisis económica, podía tratarse de un desequilibrio provocado por la caída de aportaciones inducida por la recesión, el fuerte avance del desempleo y el recorte de la riqueza de los hogares. Pero la recuperación de la economía y de la ocupación no han logrado invertir la tendencia y en 2017, por ejemplo, las aportaciones ascendieron a 4.898 millones de euros, mientras que las retiradas de fondos de una sola vez o de forma vitalicia llegaron a los 4.970 millones.

Con este movimiento de entradas y salidas de dinero, el crecimiento patrimonial de los fondos de pensiones únicamente queda condicionado al avance de la rentabilidad que los gestores puedan proporcionar, y que en los últimos ejercicios no ha sido muy generoso, con la excepción de un buen número de fondos invertidos en renta variable. Así las cosas, parece que un instrumento que estaba diseñado para complementar razonablemente la renta de pasivo tras la jubilación y aliviar la presión existente sobre la Seguridad Social no ha cumplido sus expectativas, y menos ahora que las cuentas del sistema público exigen una revisión completa de las cotizaciones y las prestaciones para hacerlas sostenibles.

Los cambios fiscales de la última reforma (reducción de la aportación exenta de tributación) se han demostrado contraproducentes, a juzgar por la marcha del patrimonio alojado en fondos desde entonces, y el tratamiento como renta del trabajo del dinero invertido y su rentabilidad son también un desincentivo para los partícipes. Precisan, por tanto, de una revisión de ambas cuestiones, así como de la posibilidad de rescate automático establecida ahora a los diez años, si quieren relanzarse como instrumento en el que fundamentar los complementos de un sistema público que debe ir reduciendo lentamente los retornos proporcionados a los cotizantes. La evolución demográfica esperada y el cambio del modelo de empleo adoptado tras la crisis no dejan muchas más opciones..

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