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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Parlamento Europeo está para tramitar o rechazar normas, no para sepultarlas

El reglamento para limitar el tamaño de la banca está congelado desde 2015

Miembros del Parlamento Europeo votan durante una sesión en Estrasburgo (Francia).
Miembros del Parlamento Europeo votan durante una sesión en Estrasburgo (Francia).Efe

La casi endémica lentitud legislativa europea no solo cuesta dinero y consume tiempo, sino que permite congelar sin demasiado ruido y casi de puntillas normas incómodas o controvertidas. Ese parece ser el caso del proyecto de reglamento con el que Europa decidió –hace ya siete años– limitar el tamaño de las entidades financieras para reducir riesgos en caso de quiebra o hundimiento, o lo que es lo mismo: evitar la creación de gigantes demasiado grandes para dejarlos caer. Tras años de trabajo académico, político y legislativo, el Parlamento Europeo se ha convertido en un agujero negro para la norma, bloqueada en la cámara desde el año 2015 y sin que haya señales de una próxima reactivación. El reglamento constituye una enérgica reacción a una crisis financiera que estuvo a punto de quebrar Europa, así como de llevarse por delante al propio euro. Se trata de una suerte de vacuna normativa para evitar en lo posible la necesidad de repetir rescates de entidades que han consumido billones de euros en ayudas y avales públicos y han suscitado, entre otros daños colaterales, un renacer del euroescepticismo.

No es ningún secreto que el futuro reglamento inquieta a todo el sector bancario, porque obliga (entre otros aspectos) a una separación de la actividad de mayor riesgo de las entidades –la negociación por cuenta propia– del resto de operaciones básicas. En este caso, todo apunta a que han sido presiones de la banca francesa las que explican esta congelación legislativa, que debería resolverse cuanto antes y por los cauces institucionales previstos para ello.

Por más que puedan comprenderse razones de oposición a una norma, la política legislativa tiene como primer fin el bien común, un principio que rige en todos los órdenes y sectores, también en el financiero. La tramitación parlamentaria de este proyecto de reglamento constituye el medio adecuado para debatir, limar y perfeccionar los posibles excesos o disfunciones de un texto, así como de consensuar y enriquecer su contenido con las aportaciones del sector. Al fin y al cabo, los parlamentos están para debatir o rechazar iniciativas normativas, nunca para sepultarlas.

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