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El futuro de la UE

Las dudas de May y Merkel paralizan el ‘brexit’ al menos hasta diciembre de este año

Bruselas y Londres prorrogan dos meses el plazo de octubre para cerrar la primera fase de negociación Aumenta el riesgo de una abrupta salida del Reino Unido en marzo de 2019

La primera ministra británica, Teresa May
La primera ministra británica, Teresa MayEFE

La suerte aún no está echada, pero pinta muy mal para las negociaciones del brexit, que este jueves quedaron temporalmente embarrancadas tras la quinta ronda de contactos en Bruselas.

El proceso ha entrado en vía muerta por las dudas del Gobierno británico sobre el rumbo a seguir y la incertidumbre en el bando europeo sobre la posición del futuro Gabinete de la canciller alemana, Angela Merkel, todavía en formación.

El frenazo aumenta el riesgo de una ruptura sin acuerdo en marzo de 2019, cuando expira el plazo de dos años para concluir las negociaciones de salida de Reino Unido de la UE. La creciente amenaza provocó este jueves una caída inmediata de la libra, que perdió en torno al 1% en su cotización frente al dólar y pasó de 1,326 a 1,318.

De momento, ya se ha incumplido el primer objetivo temporal, que preveía cerrar en la cumbre europea de octubre (19 y 20) la primera fase de negociación para pasar a la segunda, centrada en la futura relación comercial, política y diplomática entre la UE y Reino Unido.

“Dado el estado actual de las cosas, no estoy en condiciones de proponer al Consejo Europeo la semana que viene abrir las discusiones sobre al futura relación”, señaló el negociador jefe de la Comisión Europea, Michel Barnier, tras la conclusión de la quinta ronda de contactos. Aun así, el negociador británico, David Davis, se mostró esperanzado en que la próxima cumbre europea autorice a Barnier a iniciar los trabajos sobre la futura relación.

Pero Bruselas, de momento, no se da por satisfecha con las ofertas presentadas por Londres para resolver los tres puntos espinosos de la primera fase: la factura de la salida del Reino Unido para abandonar el club, los derechos de los ciudadanos europeos en suelo británico (y viceversa) y la gestión de las fronteras entre Irlanda (socio de la UE) y Gran Bretaña.

La primera ministra, Theresa May, se mostró dispuesta el pasado 22 de septiembre a mantener su aportación a las arcas de la UE hasta 2020, un año después de la salida, para cubrir los compromisos del actual periodo presupuestario europeo (2014-2020).

Pero ni a Bruselas le parece suficiente, ni May parece en condiciones de ofrecer garantías sobre el cumplimiento de su oferta, dada su inestabilidad al frente del Gobierno como consecuencia de la rebelión larvada de los conservadores partidarios de un brexit tajante y sin factura.

“Estamos estancados”, reconoció Barnier en relación con las cuentas pendientes, solo dos semanas después de que May hiciera su oferta con un discurso en Florencia en el que intentó, sin éxito, imponer su liderazgo en Londres e impulsar las negociaciones del brexit.

Aparte de los titubeos de May, el estancamiento de la negociación también se debe a las dudas de Berlín sobre la conveniencia de un brexit más o menos duro.

La industria alemana, con la automovilística al frente, reclaman un brexit lo menos traumático posible para sus intereses. Pero una parte de la clase política alemana, sobre todo, la más europeísta, desea que el brexit marque un claro precedente sobre la diferencia d e pertenecer o no al mercado interior europeo, como aviso para euroescépticos de otros países.

La canciller alemana, Angela Merkel, vacila entre ambas opciones. Y su decisión final dependerá, en parte, de la coalición de Gobierno que negocia con los Liberales (más proclives a un brexit blando) y los Verdes (partidarios de no hacer concesiones a Londres).

El nuevo Gobierno alemán no asumirá sus funciones hasta final de año, como pronto. Y a la espera de mayor claridad a ambos lados del canal de la Mancha, la UE ha prolongado dos meses, hasta diciembre, el plazo para cerrar la primera fase de negociación.

Pero de momento, según fuentes europeas, prevalece la idea de mantener una posición dura frente a May, aunque sea a riesgo de causar daños a ciertas industrias europeas. “Los británicos nunca calcularon que la UE está dispuesta a pagar un precio económico para salvar su proyecto político”, resume un alto cargo europeo.

13.000 euros por británico si no hay pacto

Londres se resiste a aceptar la factura de salida que reclama Bruselas, que podría oscilar entre 40.000 y 100.000 millones de euros. Pero el coste podría ser descomunalmente mayor si la salida se produce sin acuerdo, según los cálculos de la entidad financiera Rabobank.

Ese banco calcula que una salida en 2019 sin acuerdo tendría un impacto en el PIB del Reino Unido de unos 445.000 millones de euros hasta 2030, o unos 12.800 euros por persona. Tan tremendo impacto sería producto de las barreras comerciales que surgirían por la falta de acuerdo, la caída de la inversión, la pérdida de los sectores financieros y la reducción de la emigración europea hacia Reino Unido, según el estudio de Rabobank.

La libra cayó ayer un 0,37% frente al euro. Desde los máximos que alcanzó la divisa británica en septiembre –cuando volvió a niveles del brexit– retrocede un 3%.

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