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Visita al bosque del rey Arturo en Bretaña

Escapada otoñal en familia por el sur de la región francesa Descubra La Gacilly, el pueblo de inspiración de Yves Rocher

El puerto de Saint-Goustan, en Auray, de origen medieval.
El puerto de Saint-Goustan, en Auray, de origen medieval.J.M.M.

En Bretaña, recorrer las callejuelas torcidas de sus pueblos medievales, perderse en la inmensidad de sus bosques legendarios, navegar por sus canales o bordear la costa salpicada por monumentos megalíticos es el mejor remedio para cargar las pilas para este otoño y para calmar a las pequeñas fieras. Vamos poco a poco.

En el sur de la región se localiza la península de Quiberon, con su costa escarpada en su lado de poniente y serena en levante, con playas de arena fina protegidas por la bahía. Recorra los caminos de la GR-34, la Ruta de los Aduaneros, desde la punta del Percho hasta el castillo de Turpault, para contemplar los ocho kilómetros del litoral atizado por el Atlántico. También puede atreverse con el surf, kitesurf e incluso conducir un carro con vela en esta costa salvaje.

Costa salvaje de la península de Quiberon.
Costa salvaje de la península de Quiberon.

Hacia el interior, en la localidad de Carnac encontrará el mayor yacimiento megalítico del mundo, con más de 2.900 menhires repartidos en cuatro alineamientos erigidos entre el quinto y tercer milenio a. C. El Gigante de Manio es un menhir de siete metros de altura que apasiona a los más pequeños.

En nuestra ruta interior hacia el castillo de Josselin hacemos parada obligatoria en el puerto de Saint-Goustan de Auray, asentado en el último meandro del río Loch. La plaza Saint-Sauveur y el muelle Franklin son los puntos más concurridos desde la Edad Media, llenos de terrazas, restaurantes y tiendas de productos bretones en sus edificios de entramado. Un grupo toca música folk en la ribera del río, ataviada con antiguos veleros de madera. Mientras, al otro lado, cruzando el antiguo puente de piedra, algunos pintores noveles tratan de plasmar tan idílica estampa.

Los cruceros fluviales por el canal de Nantes-Brest se detienen junto al castillo de Josselino.
Los cruceros fluviales por el canal de Nantes-Brest se detienen junto al castillo de Josselino.

Sin dejar la Edad Media llegamos al pueblo de Josselin (2.000 habitantes), pausa fluvial ineludible en la travesía entre Nantes y Brest. El majestuoso château (entrada 9,20 euros adultos y 5,60 niños) gobierna con sus tres torreones y estilo gótico flamígero toda la ciudadela desde su fundación en el siglo XII. Suba los 138 escalones del campanario de la Basílica de Notre Dame du Roncier para visualizar todo el valle del Oust. También puede seguir el curso del río en una ruta de 12 kilómetros en bici: ideal para hacer en familia.

A medio camino entre Josselin y La Gacilly, nos desviamos para adentrarnos en el bosque de Brocelianda. Entre sus robledales y hayedos se forjaron antiguas leyendas como la del mago Merlín o el rey Arturo. Sumérjase en la fábula recorriendo los diferentes trayectos guiados por el castillo de Comper, hoy Centro de Interpretación Artúrica, el valle de Nunca Volver o la fuente de la eterna juventud.

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Acurrucado entre colinas y bosques se encuentra La Gacilly, cuna del gran empresario de los coséticos Yves Rocher. Este pequeño pueblo de 2.000 habitantes, casas antiguas y calles peatonales irradia vitalidad por su carácter dinámico y entorno natural que se adueña del viajero nada más llegar por su caminito de piedras.

Una treintena de artesanos han establecido sus atelieres de escultura, orfebrería o cerámica siguiendo el ejemplo de Yves Rocher, quien, inspirado por esta exuberante naturaleza, creó aquí sus primeros productos de belleza a base de plantas. Hoy, su legado está bien presente en sus centros de producción, jardín botánico, en el Festival Fotográfico Pueblos y Naturaleza y en el hotel-spa ecológico La Grée des Landes.

Para comer, Le p’tit Goustant es un restaurante de cocina tradicional bretona situado en la plaza Saint-Sauveur, en el puerto de Saint-Goustan. Dispone de una estupenda terraza y menú de 19 euros. Para dormir, Le Roi Arthur, en Ploërmel, es un elegante hotel situado junto al lago Duc, un precioso lugar cerca del bosque de Brocelandia.

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