El accionista chino de EDP muestra reticencias a una fusión con Gas Natural
La integración que promueve Isidro Fainé, es un gran salto de obstáculos Three Gorges, principal accionista de EDP, pone condiciones y el Gobierno de Costa se opone
Lo que antes del verano era una noticia desmentible, ahora se ha convertido en un asunto “candente” que ninguna de las partes se atreve ya a negar. Auspiciada por el presidente de Gas Natural Fenosa, Isidro Fainé, la fusión de la energética española con el grupo homólogo portugués, EDP, está más que encima de la mesa. Las reuniones de Fainé con los accionistas de una y otra empresa se han sucedido en las últimas semanas, pero la operación es un gran salto de obstáculos.
Por el lado portugués, lo más importante es convencer no solo a su principal accionista chino, Three Gorges Corporation (CTG), con un 21,35% del capital, sino también al Gobierno de António Costa. Aunque el Estado luso no tiene ya ni una sola acción de su antigua utility, cuya privatización fue una de las condiciones de la troika para el rescate financiero del país vecino, la controla de facto. Tras el proceso de privatización de EDP en 2012, en el que CTG ganó la batalla a Eon (se dijo que la UE obligó a vender EDP para ponérsela en bandeja a este grupo alemán), el inversor chino aceptó dejar su gestión en manos de los anteriores ejecutivos durante cuatro años, amén de mantener a António Mexia en la presidencia. Un acuerdo que permitió salvar “el orgullo portugués” ante una dolorosa venta.
Los nuevos inversores (a CTG se sumó luego la china CNIC, que cuenta con un 3%), han mantenido el statu quo, algo acorde con el ritmo pausado que impone la burocracia del país asiático. De hecho, uno de los problemas que puede encontrar Fainé en su maniobra para una fusión con EDP es la lentitud de los chinos, que, según fuentes consultadas, “no están por la labor de una fusión”. Otras apuntan a que la aceptarían con condiciones, que no desvelan.
La cuestión es si Three Gorges Corporation, que pagó 2.700 millones por el 21% de EDP, estaría dispuesto a diluirse por debajo del 10% en una hipotética integración con Gas Natural, que casi la duplica en capitalización: 19.000 millones de euros frente a los 11.700 millones de la portuguesa.
Además, pese a sus diferentes valores bursátil, en EDP consideran que el interesado en una fusión es el grupo español, que tiene una cartera de generación “anticuada” frente a la suya, mucho más renovable. De hecho, los analistas han aplaudido una hipotética fusión por esta complementariedad del mix y la de los mercados geográficos.
El Gobierno portugués y el equipo directivo de EDP se oponen (en privado) a la operación, “porque ganan poco con ella”, señalan fuentes empresariales. A Mexia le vence su mandato a finales de año (CGT está obligado a pactar con el resto de accionistas el nombramiento de presidente) y el Ejecutivo de António Costa, que tiene en sus manos la regulación, podría quedarse sin parte del poder que ahora comparte con España en el Mercado Ibérico de la Electricidad (Mibel) en el caso de una integración favorable a Gas Natural.
Por su parte, Fainé, que representa a CaixaBank en Gas Natural, donde tiene un 24%, debe convencer a sus dos grandes socios, Repsol y el fondo estadounidense GPI, con otro 20%, respectivamente, de las bondades de la operación. Hay quien asegura que este fondo aplaude la fusión y estaría dispuesto a aportar capital para no quedar diluido, mientras que la petrolera calla y observa.
Por el momento, el presidente de Gas Natural no la ha trasladado al consejo de administración. Fuentes conocedoras del proceso aseguran que Fainé se está apoyando la boutique financiera AZ Capital, de uno de sus hombres de confianza, Jorge Lucaya. Fainé se enfrenta a la opa de Abertis, la concesionaria de CaixaBank (un 22,7%) sobre la que pesa desde mayo una oferta de la italiana Atlantia y otra competidora de ACS, que no acaba de cuajar.
De todos los accionistas, Repsol es el más escéptico ante la fusión con EDP, la cual se ve “muy complicada”. Y es que la propia petrolera se encuentra en un momento crucial, en el que debe estudiar un nuevo modelo de negocio tras el empuje del coche eléctrico. No se descarta un retorno a la actividad del gas.
Aunque lo disimula públicamente, el ministro de Energía, Álvaro Nadal, conoce y aplaude la operación, aunque hubiese deseado una fusión con Endesa, y sacarse la espina que el Gobierno del PP tiene con su matriz Enel.
El sector energético, el peor después de la banca
Más de una fuente insiste en que la fusión entre EDP y Gas Natural Fenosa es una idea muy personal del presidente de la energética española, Isidro Fainé, quien sueña con protagonizar una gran operación como colofón a su carrera. De hecho, también barajó una primera con Endesa, la cual, según el consenso, carece de todo sentido empresarial.
Sin embargo, las intenciones de Fainé no son solo fruto del deseo, sino de una dura realidad que aflora en la cuenta de resultados de las energéticas tradicionales, sobre todo, las europeas. Estas se enfrentan a un estrechamiento de los márgenes, a un consumo que no recupera los niveles anteriores a la crisis y a la necesidad imperiosa de invertir en renovables para afrontar las nuevas políticas contra el cambio climático. En el caso de España, y muy especialmente Gas Natural, también a una sobrecapacidad del parque de generación con gas, que apenas supera el 15% de su capacidad producción.
En el primer semestre, la la compañía, que tiene a la venta su negocio de gas en Italia y va a hacer lo propio en Colombia, vio descender el beneficio neto (550 millones de euros) un 14,7% y el Ebitda en otro 11,4% (2.176 millones), que, en el caso del negocio eléctrico en España, se derrumbó casi la mitad, 190 millones.
Una situación similar a la del resto del sector, al que se califica ya como “el peor después de la banca”. No en vano, los tambores de fusión no se circunscriben a la hipotética de Gas Natural-EDP, sino también a las dos que estaría estudiando Iberdrola, cada vez más irritada con la regulación y la fiscalidad española.
De momento, y pese a su inmadurez, la más avanzada es la que pretende crear una gran utility ibérica. Una operación que tendría dimensión comunitaria, que debería recibir el plácet de la Comisión Europea. Tanto Gas Natural, como EDP tienen la consideración legal de operadores principales y dominantes en sus sectores, lo que implica una serie de limitaciones en el Mibel.