Alía: "En Madrid sobran locales cursis y falta una apuesta por el diseño"
Interiorista, revolucionó el concepto de local de ocio en Madrid, con Larios Café Su infancia en Lagartera, rodeado de cerámica, marcó su carrera profesional
El arquitecto interiorista Tomás Alía (Lagartera, Toledo, 1964) se reparte entre varios despachos, ubicados en el madrileño Barrio de las Letras. Es en uno de ellos, próximo al hotel Palace, donde discurre la entrevista, en el espacio en el que recibe a los clientes, atiende y reflexiona sobre proyectos de gran envergadura. Desde pequeño supo que deseaba dedicarse a este oficio, inculcado por las vivencias de un hogar, donde la madre, Pepita Alía, siempre ha ejercido como embajadora de las labores de Lagartera. “En mi casa siempre pasaban cosas, recibíamos a autoridades, a políticos, a gente de la cultura. He vivido desde pequeño acompañado de un ambiente muy rico culturalmente, con salas abigarradas de cerámica y de cultura religiosa. Todo esto influyó en mi formación”, recuerda Alía, acomodado en una silla de diseño del despacho y rodeado de libros sobre arte o diseño de hoteles, y de fotos institucionales.
Decide estudiar el grado superior de diseño de interiores, pero antes de finalizar los estudios comienza a trabajar, “a hacer mucho local de obra pública”, para más tarde continuar con la decoración de los apartamentos del hotel Villa Magna de Madrid, de locales de ocio, entre los cuales destaca Larios Café. Este último trabajo marcó un antes y un después en su carrera, ya que supuso hace 18 años la revisión de su carrera. “En la ciudad había locales muy sórdidos, oscuros, y este fue el primer espacio multifuncional, al que le concedieron premios y supuso un impulso revisionista de todo lo que se podía hacer en el sector del ocio”, rememora. Ahora, confiesa que la capital se encuentra en ese mismo momento. “Hay un exceso de estilo madrileño, de locales cursis, todo es ornamentación, no hay una apuesta por el diseño, por crear vanguardia”.
Para Tomás Alía, la clave, además de apostar por un turismo de calidad, es innovar. “Es la única manera de que nos tengan en cuenta en los concursos internacionales”, añade. Es lo que hizo él, que ha participado en proyectos como la remodelación del Palacio Real del emir de Qatar, el estadio olímpico Qatar Foundation, entre otras obras. “Había diseñado la residencia de la embajada de Argelia de Madrid y algún proyecto de este estilo, con lo que estoy familiarizado con las tendencias árabes”. También tiene en marcha un proyecto urbanístico en República Dominicana, la revisión del hotel Maricel, del grupo Hospes en Palma de Mallorca... Reconoce que pasa poco tiempo en su estudio, en el que trabajan 11 personas, aunque en función de la magnitud de los proyectos la plantilla crece. Y tiene como rutina diaria, de 7 a 11 horas, recluirse para hacer bocetos, aunque su seña de identidad la tiene clara: en diseño me gusta la gran escala, poco y grande.