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Tribuna
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PSD2 o la paradoja del ascensor y la escalera

La nueva directiva de pagos es un avance pero implementarla mal tiene sus riesgos Nadie en su sano juicio prohibiría el acceso directo cuando el indirecto no funciona

CINCO DÍAS

Enero de 2018 marcará un antes y un después en la banca comercial con la entrada en vigor de PSD2 (acrónimo inglés de Segunda Directiva de Medios de Pago). Es una estupenda directiva cuyo objetivo es regular la Información de Cuentas e Iniciación de Pagos prestados en Europa desde hace más de una década por Terceras Partes Independientes de bancos tradicionales. Con el objetivo de fomentar la competencia y transparencia en servicios financieros y aumentar garantías y la seguridad de los consumidores y con los principios de ser neutral tecnológicamente y respecto de modelos de negocio y garantizar unas reglas del juego equilibradas entre bancos y terceras partes.

Vamos a ilustrar con una pequeña historia cómo esta gran directiva le puede afectar a usted y cómo puede ver incumplidos sus objetivos por el empeño en imponer el acceso indirecto (mediante la estupenda tecnología de las APIs) sin mantener la posibilidad del acceso directo como respaldo para los casos en los que un banco no quiera o no sepa proporcionar un buen acceso indirecto.

Vivo en un pueblo llamado Villa Arriba, cercano a Villa Abajo, pero comunicados a través de carreteras de montaña, por lo que no hay mucho negocio entre ellos. A pesar de que en la reciente crisis financiera muchos bancos de Villa Arriba se fusionaron, todavía quedan unos cuantos, aunque casi todos ofrecen productos y servicios similares y hay poca competencia. Casi todos tienen sus oficinas en una planta alta, normalmente sin ascensor. Cada vez que quiero actualizar la información de mis bancos, tengo que subir las escaleras de cuatro bancos.

Hace unos años, un tipo llamado Bautista tuvo la idea de ofrecer un servicio de Mayordomo Financiero. Contratando sus servicios, él subía todas esas plantas por ti y te entregaba todos tus movimientos bancarios en un único sitio, en una planta baja en el centro del pueblo. Más tarde, empezó a ofrecer servicios adicionales: en vez de dar cuatro lotes de movimientos bancarios, me daba una posición financiera integrada. Después, empezó a ofrecer servicios de asesoría sobre cómo distribuir mejor el dinero entre distintos bancos y productos, incluyendo algunos que no eran de mis bancos.

Luego empezó a alertarme cuando había una comisión sospechosa o un movimiento duplicado, y cuando el saldo de mis cuentas era negativo o estaba por debajo de cierto umbral. Lo último que empezó a ofrecer eran transferencias. Ya no era necesario que me desplazase a la sucursal o extendiese un talón. ¡Él lo hacía por mí! El boca oreja hizo crecer rápidamente el servicio de Bautista y otros comenzaron a ofrecer servicios similares en Villa Abajo.

Algunos bancos le ponían dificultades. Cuando le reconocían subiendo las escaleras, le ponían problemas para subir. Le decían que no podía acceder en deportivas, que usaba para ir más rápido. Otras veces le decían que estaban limpiando. Eso hacía que a veces llegara tarde con mis extractos.

Años después, el Ayuntamiento de Villa Arriba decidió regular los servicios de los Mayordomos para dar mayor seguridad al consumidor. No era suficiente con cumplir las leyes de protección de datos. Bautista tendría que sacar una licencia para conseguir los extractos financieros y hacer transferencias. Además, sólo podría acceder a las cuentas a las que yo le diese permiso.

El Ayuntamiento le inspeccionaría regularmente y decidió que los bancos podrían escoger dos caminos para Bautista. Podrían dejarle subir por escalera como siempre, o podían montar un ascensor para que pudiese subir a la sucursal más rápido, prohibiendo en este caso el acceso por las escaleras. En ambos casos, Bautista tendría que enseñar su carnet de Mayordomo antes de subir.

Sorprendentemente las cosas empeoraron. La mayoría de veces el ascensor no funcionaba y, como ya no le dejaban subir por las escaleras, no podía conseguir extractos todos los días. El servicio se degradó tanto que dejé de utilizarlo. Bautista y la mayoría de los Mayordomos Financieros de Villa Arriba tuvieron que cerrar.

Hace poco coincidí con mi primo de Villa Abajo. Su Ayuntamiento también reguló los servicios de los Mayordomos Financieros, con la diferencia de que podían usar las escaleras cuando los ascensores no funcionaban. El negocio ha florecido y sus ciudadanos están más contentos con la optimización de sus finanzas.

Si el objetivo es poder subir y bajar entre plantas libremente, a nadie en su sano juicio se le ocurriría prohibir el uso de las escaleras cuando no funciona el ascensor. Lo mismo sucede con PSD2: si el objetivo es el libre acceso a las cuentas por parte de terceros autorizados, nadie en su sano juicio prohibiría el acceso directo cuando el acceso indirecto no funciona.

Arturo González es responsable de Infraestructura Financiera de la Asociación Española de FinTech e InsurTech.

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