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La demencial burbuja de las criptodivisas

Aquí los compañeros de Retina han hecho un listado de las criptodivisas o proyectos de criptodivisa más bizarros y, ocasionalmente, contrarios al sentido común que han podido encontrar. No duden de que las habrá aún más surrealistas. Una apadrinada por Paris Hilton u otra lanzada por la industria del cannabis y que ha servido para financiar un viaje a Pyongyang de Dennis Rodman suponen un listón alto. Hay otra llamada “fuck”, y otras se autodenominan inútiles. Que no falte el humor.

Por precisar, hablamos de ‘tokens’. Un token es una especie de moneda virtual mediante la que un proyecto de empresa se financia. Se parece al crowdfunding en que el inversor no paga por una participación de una empresa operativa, sino más bien invierte en una idea. Es como una Bolsa, porque los tokens se pueden comprar o vender en plataformas específicas. Y tiene mucho que ver con el bitcoin, porque la mayor parte de los proyectos tienen que ver con la tecnología blockchain y porque los tokens solo se pueden comprar con otras criptodivisas. Mayoritariamente bitcoins, que es lo más parecido al dinero en este universo. O Ethers.

Los tokens se venden en operaciones llamadas ICOs, o Initial Coin Offerings, similares a salidas a Bolsa pero sin acciones, ni empresa ni dinero de verdad.A mí me parece raro. Algo así como usar los cupones del Dia para adquirir armas en el World of Warcraft. O al revés, no sé muy bien. Será una sobredosis de años o una sobredosis de burbujas.

En Techcrunch han encontrado ya algún unicornio (empresa valorada en más de 1.000 millones de dólares) dentro de este curioso mundo. Es Omise, que colocó tokens por 25 millones antes de las vacaciones dentro de su proyecto para desarrollar un sistema de transferencias descentralizado basado en la tecnología blockchain. A la vuelta de las vacaciones su valor se ha multiplicado por 40 (3.900% en menos de dos meses ) sin que tenga aún ningún producto en el mercado.Fuck subió un 370% en 24 horas.

A la revalorización de los tokens se suma la revalorización de la criptodivisa en la que estén denominados; si el bitcoin sube un 100% y los tokens otro 300%, el rendimiento total es del 700%. Aquí es donde gente con más matemáticas que yo puede aportar una definición más precisa que la mía: una burbuja dentro de otra. Por si fuera poco, los tokens ni siquiera suponen transmitir participación de la empresa. La de Paris Hilton, por ejemplo, ofrece a cambio los servicios de inteligencia artificial y marketing que presuntamente ofrecerá la empresa cuando sea una empresa.

La SEC ya advirtió de los riesgos de que las ICOs sean simplemente fórmulas para sacar dinero a los más incautos. Pero ya conocemos un poco al ser humano; el dinero fácil provoca más entusiasmo que suspicacias. Quien se forró comprando tres pisos sobre plano y vendiendo a los seis meses, lo más probable es que use el dinero para repetir la operación. En China, más directos que en EE UU, han prohibido las ICOs de un día para otro, forzando la devolución del dinero captado.

Como todas las burbujas, tiene, o tuvo en su día, un sentido. Ethereum, la segunda criptomoneda después de Bitcoin, nació mediante una ICO, y hoy tiene una valoración de 28.000 millones. A muchos inversores les ha convencido la idea de los "smart contracts", es decir, condiciones a las cuales está sometida la transferencia del dinero de una cuenta a otra. Hay otras más dudosas, como la ya citada de Paris Hilton, el criptowhopper (los cupones de descuento de Burger King en Rusia son, al parecer, una criptodivisa) o Kik, que en un acrobático giro planea emitir tokens DESPUÉS (disculpen las mayúsculas) de haber pasado por varias rondas de financiación, tras haber sido fundada en 2010.

¿Quién compra? Hay fondos especializados en este mercado, a quienes seguramente no les falten clientes. Lógicamente, hay personas que ven en la CNBC o leen en su portal financiero de referencia que el bitcoin sube como la espuma y que la tecnología blockchain cambiará el mundo, y quieren participar de todo eso, sea lo que sea. Estas personas pueden adquirir directamente criptodivisas o pueden operar vía fondos. El fondo, a su vez, puede presumir ante sus clientes de estar metido al 110% en la revolución del bitcoin, así como de los astronómicos rendimientos obtenidos (aunque no realizados). Y el cliente tiene una carta ganadora en las barbacoas del domingo con la familia política.

Así, amigos, funciona el mundo.Silicon Valley, la serie, se quedó bastante corta para este año. En Bank of America cuentan que las burbujas actuales están haciendo que las burbujas clásicas, como la japonesa, la inmobiliaria o la puntocom, parezcan aburridas. Para Robert Shiller, premio Nobel e icono de esta humilde columna, bitcoin es "el mejor ejemplo posible de burbuja". Los tipos cero y las compras de deuda han mitigado la crisis por inundación, un sistema más o menos eficaz y mejor que alternativas de austeridad inspiradas en la medicina medieval, pero que tiene efectos secundarios. De eso, y de la otra burbuja citada por Bank of America (la volatilidad inversa, ahí es nada) ya hablaremos otro día. Feliz vuelta al cole. Y vean Silicon Valley.

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